Antonio Anglés desembarcó y vivió un tiempo –si es que no vive aún- en Dublín. Así lo tengo escrito y publicado hace años en el periódico donde por entonces yo trabajaba. El dato me lo facilitó un consejero cultural de la Embajada de España en la capital irlandesa con quien compartí mesa con motivo de la cena de una solemnidad académica del colegio valenciano Elian´s Dublín, hoy desaparecido, que formó varias promociones de bachilleres.

Estábamos sentados juntos en la misma mesa y quien esto escribe, entonces redactor de sucesos, preguntó qué se sabía de la arribada de Anglés a Irlanda. Me contó que según informaciones que tenían facilitadas por la propia policía irlandesa un joven extranjero de las características de Anglés había sido detectado en algunos supermercados y tiendas del área urbana próxima a la zona portuaria. Como desconocía el inglés y parece que no quería manifestarse en español, siempre según el testimonio del diplomático, hablaba con una especie de palabras inconexas incluso gestos y gruñidos. Las gestiones realizadas y las comprobaciones hechas a partir de fotografías facilitadas por la policía española, parece que la Guardia Civil, les hicieron pensar que se trataba del fugitivo.

La versión que circula en el sentido de que probablemente murió ahogado al lanzarse al agua en el puerto de Dublín, según este testimonio no se sostiene, y es muy probable que siga viviendo allí, aunque no se descarta que marchara a otro país, se ha dicho que si a Brasil, por dominar él la lengua portuguesa o brasileira, que es la de su madre, quien, por cierto, desde un primer momento, y eso lo dijo en televisión, aseguró que su hijo era “muy listo y que nunca lo cogerían”. No se equivocó la señora.

Era hábil Anglés para relacionarse, tenía recursos, y siempre encontró en su vida en Valencia gente que le apoyó. La tarde en que la Guardia Civil rodeó la manzana donde estaba su casa de Catarroja y se estaba seguro de que no iba a escapar, Anglés lo logró. Por entonces, las comunicaciones radiales de las patrullas entre ellas y el COS no estaban encriptadas, funcionaban sin secráfono, afortunadamente para nosotros los periodistas, que teníamos que llenar páginas enteras de sucesos en un tiempo en que Policía y Guardia Civil eran fuentes resistentes. Yo seguí desde el scanner de mi mesa en la redacción las comunicaciones de las patrullas que tenían acordonada toda la zona, los patios, las calles, y parecía imposible que pudiera escapar. Lo logró, desde una ventana de su casa saltó al tejado de la finca y comenzó a correr por los tejados hasta que desapareció no se sabe bien cómo. Burló el fuerte dispositivo policial.

Aquella información dublinesa no se tuvo muy en cuenta, pocos la creyeron y tuvieron en cuenta, a pesar de citar la fuente, solvente y segura, los propios especialistas y no pocos compañeros periodistas la tuvieron por una ficción, algo irreal, inventado, y elevaron a categoría de verdad absoluta la muerte de Anglés ahogado. Ha hecho bien la autoridad judicial competente en seguir la instrucción, las diligencias, porque no es un caso cerrado, hay muchas incógnitas en el aire. Algunos de los investigadores que se empeñaron en el asunto ya han fallecido, otros se han jubilado, las pesquisas han ido languideciendo, entrando en vía muerta.

Y Anglés con bastante probabilidad sigue vivo, no hay ninguna evidencia o prueba de que haya muerto, incluso se ha llegado a decir que entró en alguna ocasión a España desde Francia. En la historia de la criminología universal ha habido bastantes casos de afamados delincuentes, incluso genocidas, pensemos en los criminales nazis, que han logrado huir de la justicia cambiándose de identidad, aspecto, personalidad y manera de vivir, que les han hecho irreconocibles. En mi opinión y parecer, Anglés sigue vivo. Es una de las cuestiones no cerradas, abiertas, vivas, de mi vida periodística. Una de entre bastantes perteneciente a una época que nos fue dura en materia de sucesos, como aquel día que en Valencia ciudad hubo tres asesinatos.