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Elena Fernández-Pello

Fe en la palabra

Carmen Martín Gaite publicó “Usos amorosos de la postguerra española” en 1987. Aquel tratado antropológico, que contaba cómo se las habían arreglado las mujeres para sobrevivir en un país exhausto por una guerra, con un régimen que las quería esposas y madres y bajo la tiranía de la Iglesia católica y del novelerío rosa, llegó a las librerías de una España que ya llevaba un tiempo transitando por la democracia y que había atravesado aquella explosión de libertad que fue la movida. En esos tiempos desinhibidos, de bonanza económica, las estrechuras sentimentales contadas por Martín Gaite fueron todo un éxito, probablemente porque al verlas pasadas al papel las generaciones más jóvenes tomaban distancia, las sentían lejanas, aunque apenas las habían dejado a la vuelta de la esquina, y se creían muy por encima de aquellas mujeres de las que hablaba la escritora. Pese a ello y paradójicamente, Martín Gaite se acercaba a sus ilusiones y sus sinsabores con naturalidad y respeto, y eso las hacía muy cercanas.

“Usos amorosos de la postguerra española” arrasó, entre los lectores y la crítica, y le valió a su autora un premio “Anagrama” de ensayo. Está escrito inteligentemente, así que no necesita extenderse en argumentaciones, porque lo que en él ha quedado registrado, gracias a la habilidad de quien lo escribe, habla por sí solo.

Años antes, en la década de los setenta, Carmen Martín Gaite había publicado su tesis doctoral, “Usos amorosos del dieciocho en España”, en el que trataba sobre recato y coqueteo, damiselas y galanes. Siguiendo su estela dio con su investigación en la posguerra. En uno y otro libro, las mujeres son las protagonistas, y al narrar sus peripecias vitales y dar cuenta de los códigos sentimentales de cada época, la autora dejó dos impresionantes documentos, para los estudios feministas, pero también sobre la intimidad de aquellas sociedades.

Carmen Martín Gaite fue una autora erudita y a la vez muy popular. Hoy su voz literaria está algo acallada. Quizá contribuya a subirle el volumen un documental recién estrenado, “La reina de las nieves”, dirigido por Mariola Artiles, que hace unos días se presentó en la Cineteca de Madrid y que este domingo, a las 21.30 horas, emite La 2 de Televisión Española.

Martín Gaite fue premio “Príncipe de Asturias” de las Letras en 1988, un premio compartido con José Ángel Valente, y en su discurso en la ceremonia de entrega, en el Campoamor, eligió para dirigirse al heredero de la corona el tono de los cuentos de hadas, en los que los príncipes y sus súbditos hablan de igual a igual. Desde su tribuna, como un personaje salido de uno de aquellos relatos, dejándose llevar de cuando en cuando por sus divagaciones, le dio al futuro rey, y a todo aquel que quisiera atenderla, algunos buenos consejos: “Afilar la palabra, no perderle la cara, no prostituirla, no dilapidarla, cuidarla como un tesoro, no hablar por hablar”, le deseó “una grande determinación” y enarboló como una bandera su “fe en la palabra y el pensamiento”.

Allí se sinceró la escritora y la mujer, y contó que la palabra, la suya y la de los otros, la había sostenido en sus momentos difíciles. Habló de palabras que sirven para hacerse entender y para entender a los otros, como las de sus libros. Escribir era para Carmen Martín Gaite abrir interrogantes y constatar que nada es lo que parece, ir al encuentro de los otros, y adentrándose en ellos llegar a conocernos mejor a nosotros mismos.

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