Causa sorpresa y cierta decepción que a las puertas de cumplirse los seis años de este gobierno ‘progresista del Ayuntamiento de València haya surgido esta eclosión de revisar PAI(Parque Central, Benimaclet, Grao…) cuando en el transcurso de todo este tiempo han sido incapaces de cerrar definitivamente ni siquiera, el Plan del Cabanyal, su proyecto estrella. No quiero con esto decir que esté en contra de dichas revisiones, pero ¿de verdad era necesario esperar seis años para iniciarlas? Con la lentitud que está caracterizando a este gobierno municipal en la gestión, los valencianos no vamos a conseguir tener una revisión completa del ordenamiento urbano de la ciudad hasta dentro de una década como poco. Estoy acorde con dichas revisiones, incluso revisar y renovar el plan general de 1988; pero no acabo de entender el retraso en el comienzo y la tardanza en llevarlas a cabo.

Sobre el PAI de Benimaclet no cabe otra que el consenso entre el ayuntamiento, la mayoría de los vecinos y los propietarios de terrenos afectados, como se podría encontrar en la mesa de diálogo propuesta recientemente por Compromís, siempre, entiendo, bajo las siguientes premisas:

1).- Coste cero para la ciudad: no tener que indemnizar bajo ningún concepto a propietarios, empresas o promotoras por presuntos derechos adquiridos por el Plan General vigente de 1988, dando ejemplo en el cumplimiento de la legalidad, seguridad jurídica y defensa de los intereses de la mayoría de los ciudadanos. Si bajar la edificabilidad del PAI no supone realmente y con plena seguridad ningún sobrecoste, pues adelante.

2).- Participación de vecinos: intervención de la gran mayoría de los vecinos (no sólo los que proponen soluciones extremistas y costosas agrupados en asociaciones y plataformas ideológicas, y que asumen mucha más representación de la que realmente les corresponde). Cabría considerar la realización de una encuesta a toda la vecindad y/o votación de las alternativas propuestas.

3).- Defensa de la huerta: todos estamos de acuerdo en la protección de la huerta, pero esa zona en concreto no creo que tenga el valor para tomar posturas extremas que reporten grandes costes para nuestra sociedad. No olvidemos que la huerta no es un paraje ni entorno natural, y sí una transformación realizada en su día por el ser humano de grandes zonas de marjal y llanuras litorales naturales. La huerta no está exenta de cierta contaminación por fertilizantes y productos químicos para lucha contra plagas, que afectan a los acuíferos y producen malos olores con los que es incómodo convivir. Sí habría que llevar esos extremismos y los costes necesarios en expropiaciones, demoliciones y recuperación de dunas y zona boscosa, para la reconstrucción integral del Parque Natural de la Devesa del Saler y l’Albufera, y su declaración como Reserva mundial de la Biosfera.

4).- ‘Casas de poble’: la construcción de las llamadas ‘casas de poble’ tendría sentido para acabar de delimitar alguna zona del casco antiguo de Benimaclet, pero si en la única zona que queda abierta de ese casco se ubica un gran parque público con huertos urbanos ecológicos, pierde sentido crear una zona residencial de baja densidad. En cualquier caso, no parece este un asunto esencial, mientras no afecte al ‘coste cero’.

5).- Transformación de la Ronda Norte en una vía más verde con carril-bici y mayor vegetación, introduciendo un seto central con árboles de cierto porte con el fin de que la sombra proyectada disminuya el efecto ‘isla de calor’, y aumentar la permeabilidad de la misma para facilitar el acceso a las zonas de huerta situadas al otro lado de la Ronda.

6).- Tipología de las edificaciones: se ha oído muy poco hablar de la tipología de las edificaciones, salvo la altura y metros cuadrados a construir, y creo que se tiene una gran oportunidad de promover que el tipo de cualquier edificación (viviendas, oficinas, zonas comerciales…) sea verde, por dentro (con los últimos avances en tecnología ecológica: aerotermia, energías renovables…) y por fuera, y allí mismo tenemos el ejemplo del residencial Espai Verd (que causa la admiración de muchos visitantes a la ciudad cuando circulan por la V21). Se puede proponer que todas las nuevas edificaciones, independientemente de su altura, uso o destino, sigan ese modelo de tipología dando una imagen verde y singular a la Ronda Norte de nuestra ciudad, escalonando las alturas con la creación de terrazas verdes donde se podría incluir pequeñas huertas, que fueran ganando en altura, como creando la sensación de introducir la huerta en el interior de la ciudad