Llevo veintiséis años derribando barreras y prejuicios que la sociedad me ha ido poniendo. Siempre me he esforzado mucho por demostrar a la sociedad lo que soy capaz de conseguir sola y algunas veces con un poco de apoyo. ¿Cómo todos no?

Uno de mis grandes apoyo ha sido y es, la Fundación Asindown, de la cual formo parte desde bien pequeña. Pasé por el centro de atención temprana poco después de nacer, por el área educativa cuando estaba en el colegio. Allí también me formé para poder conseguir un puesto de trabajo y, por fin, llegué al área de empleo donde he tenido la oportunidad de entrar en el mercado laboral y conseguir un trabajo estable, de calidad, en el que me siento realizada y feliz. Y cuando hablo de la Fundación Asindown, me refiero a sus familias, socios/as, usuarios/as y a sus profesionales, que me han apoyado a conseguir mis metas, como Eva Ramón, mi mediadora y cómplice en este artículo.…

Como mujer escucho muy a menudo que tengo que buscar la perfección, que tengo que estudiar, trabajar, ser amable, ser guapa, enamorarme, casarme, tener una familia, etc. Muchos estigmas sociales que arrastramos solo por el hecho de ser mujer. 

Me llama mucho la atención cuando escucho frases como “mujer tenias que ser”, o ver en la televisión a tan pocas lideresas políticas, también ver que en la mayoría de empresas hay jefes y tan pocas jefas. Y lo que sí me deja alucinada es que todos los deportes importantes que salen en la televisión son siempre de hombres, ¿Por qué no sacan las ligas de mujeres? ¿por qué la mayoría de papeles protagonistas en las películas son hombres? ¿por qué casi siempre se pone como ejemplo a hombres? ¿por qué quienes toman las decisiones son, en la gran mayoría hombres? Si la mitad de la población somos mujeres, ¿por qué pasa todo esto?. 

En cambio, cuando hablan de emociones siempre somos las protagonistas. Si mostramos emoción nos llaman dramáticas, si nos enfadamos nos dicen histéricas, si nos preocupamos y mostramos empatía nos señalan como cotillas …Presuponemos que una mujer conlleva ya muchas características, ¿a caso las mismas características no las puede tener un hombre?.

¡Basta ya! Voy a recordarme que lo estoy haciendo bien. He conseguido muchos de mis objetivos, un puesto de trabajo con las dificultades para acceder al mercado laboral siendo mujer y además con discapacidad. Y quiero gritar a todas las mujeres que debemos seguir luchando, que no caigamos en las presiones continuas y exigencias de lo que se espera de nosotras. ¡No esperéis nada!

No quiero pensar que tengo que ser lo que la sociedad quiere que sea. Quiero dar vía libre a mis sueños y metas. Y no quiero que, por tener síndrome de Down, me pongan una barrera más, ya tengo suficientes. No quiero que me discriminen y quiero tener las mismas oportunidades que el resto de personas, ¿acaso no las merecemos?.

Quiero que la sociedad sepa que todas las mujeres somos capaces de todo y que cuando me refiero a todas incluyo a las mujeres con discapacidad. Os pido que tengáis paciencia cuando voy a comprar mi bono bus, cuando estoy pagando la compra en el supermercado y tengo que repasar el dinero. Que me escuchéis cuando pregunte alguna duda y que ofrezcáis ayuda a todas las personas que lo necesiten, porque algún día puede que seas tú quien la necesites.

Y ello no me convierte en una mujer débil, al contrario, soy “genéticamente rebelde”, porque me revelé desde que nací contra mis genes. Soy rebelde de cuna y no por modas.

Este año ha sido complicado, con muchos momentos difíciles y no negaré que tengo ganas de dejarlo atrás, pero miro al futuro con ilusión. Por fin han llegado las vacunas y me llena de esperanza y felicidad que podamos matar a este maldito bicho, pero ojalá llegué la vacuna contra la intolerancia, desigualdad y discriminación. Llevamos siglos soportando ese virus que también nos mata.

He empezado el 2021 más fuerte, más decidida que nunca y creyendo firmemente que voy por buen camino.

Propongo un reto: una sociedad más justa y que acepte la diversidad al completo. ¿Os unís?