Hace pocos días inauguramos en el edificio de la Delegación del Gobierno de la Comunitat Valenciana una exposición fotográfica conmemorando la implantación del voto femenino en España. Fue en el año 1931, no hace ni siquiera 100 años. Viendo la exposición pensaba cómo habíamos avanzado, pero también, lo que nos queda por recorrer. Pensaba como era posible que el derecho a voto de las mujeres no hubiera sido aprobado por unanimidad y que hubiera sido rechazado por más de un tercio de diputados (sí, diputados).

Luego recordé que solo hace 40 años de la reforma del Código Civil de 1981 que materializaba la igualdad de la mujer y el hombre en el matrimonio. Hace solo 40 años. Y así podríamos hablar de múltiples derechos que muchas mujeres jóvenes pueden pensar que se han tenido toda la vida, pero no es así. A las mujeres conseguir avanzar un paso nos ha costado años o décadas de lucha, de esfuerzo y de sacrificio.

Por eso, cuando llega la fecha del 8 de marzo es inevitable hacer un repaso de todos los avances que estamos consiguiendo las mujeres, pero también, necesariamente tenemos que enumerar todos los retos que aún tenemos pendientes. No podemos ni debemos consentir que en la época de mayor progreso económico y social que ha tenido nuestro país en siglos, las mujeres, es decir, la mitad de la población, sigamos sufriendo la discriminación que padecemos.

Porque seguimos teniendo una importante brecha de género en igualdad salarial. Las mujeres tendrían que ganar un 28,6 % más de lo que gana ahora para igualar el sueldo de los hombres y se necesitarían más de cien años para cerrar la brecha salarial. Y el problema se agrava con la edad; a más edad de las mujeres mayor es la distancia salarial con los hombres.

Las cifras de violencia machista siguen siendo insoportables y entre los efectos de la pandemia se ha registrado un importante incremento de llamadas al 016. La falta de independencia económica de muchas mujeres les ha obligado a estar confinadas con su agresor. La prostitución sigue siendo un comportamiento habitual y permitido en nuestra sociedad, una actitud que denigra y victimiza a las mujeres hasta las últimas consecuencias.

Sigue habiendo casos de mutilación genital. Una práctica intolerable que debemos erradicar de pleno. Si algo ha puesto en evidencia la pandemia son los desequilibrios entre mujeres y hombres en profesiones y trabajos muy precarizados que son desarrollados casi en su totalidad por mujeres. Por no referirme a las insoportables tasas de desempleo que sufrimos las mujeres y que se ceban especialmente tanto en los tramos de edad más joven como en las mujeres de 50 y más años.

Y frente a esta situación el gobierno de España se planteó como principales objetivos garantizar la seguridad, la independencia y la libertad de las mujeres a través de la lucha decidida contra la violencia machista, y por la igualdad retributiva, el establecimiento de permisos de paternidad y maternidad iguales e intransferibles, el fin de la trata de seres humanos con fines de explotación sexual y la elaboración de una ley de Igualdad Laboral.

Ya hemos dado importantes pasos, como la reciente equiparación de los derechos de ambos progenitores a 16 semanas por nacimiento de hijo/a. O la próxima entrada en vigor del Real Decreto de Igualdad retributiva entre mujeres y hombres. Unas medidas para hacer efectivo el derecho a la igualdad de trato y no discriminación entre mujeres y hombres en materia retributiva. O la ampliación en los Presupuestos Generales del Estado para este año 2021 de las partidas destinadas al Pacto de Estado contra la Violencia de Género.

Las leyes que promueven gobiernos de izquierdas y feministas nos están abriendo el techo de cristal, nosotras tenemos que hacer que desaparezca ese suelo pegajoso que el sistema patriarcal nos tenía preparado. Es nuestro momento. Es el momento de las mujeres, pues como dijo la escritora norteamericana Emily Dickinson: «Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos en pie».