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Se cumple hoy un año de la declaración oficial por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la Covid-19 como pandemia. Tampoco puede decirse que el organismo internacional se diera cuenta con rapidez de lo que estaba sucediendo, si caemos en que la primera advertencia oficial acerca del virus que estaba atacando a la población de Wuhan se hizo el 31 de diciembre de 2019. Ni que la OMS comunicara con eficacia la magnitud del peligro: su director general, el etíope Tedros Adhanom —inmunólogo, por cierto— pidió que no se tomase a la ligera el término «pandemia» al advertir de la extensión planetaria del nuevo coronavirus, minimizó el riesgo al repasar las cifras de contagios y sostuvo que no había que cambiar nada de lo que, desde los gobiernos, se estaba haciendo. En el año transcurrido hemos podido comprobar que las advertencias y precisiones de Adhanom estaban todas ellas equivocadas salvo la más general e importante: la de que nos encontrábamos ante una pandemia real imposible de disimular bajo ningún eufemismo.

Las medidas a tomar que recomendó la OMS fueron también de una ambigüedad y fugacidad preocupantes, comenzando por el uso de las mascarillas protectoras que primero se dieron desde el organismo que se supone que vela por la salud mundial como innecesarias —salvo si había que atender a un infectado— para, en junio del año pasado, pasar a ser tenidas por imprescindibles si no se puede mantener una distancia social como sucede, por ejemplo, en locales cerrados o en el transporte público.

Todo ello viene a cuento porque un año después, tras el logro científico y técnico gigantesco que ha supuesto contar en ese plazo tan breve con varias vacunas eficaces, las cosas están mucho más claras al hablar de vías de contagio y medios de prevención pero todavía desconocemos claves esenciales respecto de la forma como irá evolucionando la pandemia. Como, por ejemplo, el tiempo que durará la protección de cada vacuna o el tamaño de la población que tiene que quedar protegida para que podamos pensar en una normalidad recuperada. En España hablamos del 70% cifra que, al ritmo de vacunación actual, es imposible alcanzar antes del verano.

Con lo que entramos en la cuestión esencial: ¿cuándo cabe levantar las medidas de aislamiento para que la economía, en especial en un país dependiente del turismo, se recupere? ¿Al comienzo de la temporada veraniega? ¿Cuando se llegue a esa cifra que anhelamos de un 70% de la población vacunada? ¿Al tener la seguridad de que 2022 será un año libre de lo peor de este coronavirus? La respuesta que demos es crucial porque si seguimos encadenando oleadas de repunte de los contagios habremos firmado una sentencia condenatoria que no cabe siquiera hoy imaginar.

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