El día a día es algo que aspiramos a tener muy organizado; las necesidades personales y familiares se ven sincronizadas con las distintas horas del día y ajustadas con las posibilidades de cada cual y con la satisfacción de sus gustos y aficiones. Ello da lugar a una sensación característica del bien estar y bienvivir. Todo parece negar en estos días esta posible forma de estar y vivir, pues la confusión apresa hora a hora la vida de más personas que no pueden definir un horizonte concreto para sus vidas y se ven obligadas a vagabundear por sus días y aspiraciones.

Es claro que quien se tiene que tirar a la calle para buscar ese trabajo que le ha de permitir reajustar y equilibrar tiempo, necesidades, expectativas y quehaceres, tiene muy difícil la satisfacción de ese bienvivir que parece deseable para disfrutar de personas, situaciones y de la propia actividad. Lo que resulta insoportable es no saber nada acerca del horizonte temporal para que ese vagabundeo se clausure de forma definitiva. Todo es tanto más insoportable cuando las vidas van engarzando los años de crisis y engrosando los porcentajes de paro a la espera del primer empleo. Nadie apetece la incertidumbre, el no saber dónde estará mañana ni que habrá de hacer pasado mañana. Por eso, tanto la ansiedad como la indecisión son crecientes y comienzan a ser insoportables para muchos ciudadanos. ¿No cabría adelantar algún apunte sobre nuestro futuro?

Esta incertidumbre de base, generada por la incidencia de la pandemia en nuestro sistema productivo, se ve agudizada porque es patente que las organizaciones sociales y políticas aportan juicios y datos que agudizan nuestra confusión; y esto lo hacen día a día, sin el menor pudor y buscando la máxima audiencia. Podría aducir muchos ejemplos, pero voy a limitarme a unas preguntas: ¿Cómo asumir que a diario un miembro del Gobierno busque el telediario para hacernos saber un desacuerdo más con el Gobierno del que forma parte? ¿No sería deseable que a solas y sin testigos razonen las posibilidades que pueden ofrecer a los ciudadanos y dejen de soñar en su crecimiento a base de restar influencia social al otro con el que comparte mesa y en teoría trabajo? ¿Podrían aportarnos alguna línea maestra de lo que tanto han hablado y que se traduciría en enriquecer nuestro sistema productivo definiendo nuevas líneas de producción e investigación?

En nuestras sociedades disponemos de más informantes que nunca, de más medios que nunca, de más tiempo dedicado a la información que nunca y, sin embargo, también se lanza el gesto y la palabra de forma que se genera más confusión. Es frecuente que el redactor detalle cuanto rodea a un incidente banal y que el cámara haya abundado en los planos de detalles más chuscos y llamativos; eso se hace cuando, por otra parte, se ha hecho mención de un estudio, vestido de ropaje universitario, que ha concluido el posible ahorro de 23.000 muertos si hubiéramos cancelado nuestros paseos una semana antes en el año 2020. Ahora bien, la noticia dada no es analizada ni contrastada y ese dato alarmante queda ahí pendiente generando confusión, frivolizando el desastre.