Einstein dijo: “Hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana”. En València podríamos cambiar la estupidez humana por la corrupción del Partido Popular. El último de los escándalos, el derivado del caso Taula y relacionado con el caso Imelsa, vuelve a implicar a Alfonso Rus (expresidente de la Diputación de Valencia) y también salpica al PSPV, pues la jueza del Juzgado de instrucción número 18 ha llamado como investigado a Rafael Rubio, subdelegado del Gobierno nombrado por el PSOE.

Una de las claves de la nueva ola de investigados (imputados) es la organización criminal. En muchas ocasiones oímos en los medios este término y en muy pocas ocasiones nos detenemos a prestarle la necesaria atención. Que a estos corruptos del Partido Popular (y PSOE) se les investigue por organización criminal quiere decir no solo que eran unos corruptos y unos corruptores, sino que eran unos corruptos profesionales. Como una hostelera crea toda una organización para sostener su actividad con personas (personal de cocina, servicio) y material (mesas, sillas, cafetera, comidas y bebidas), los corruptos no solo se llevaban la tajada, sino que también creaban toda una estructura para sostener sus corruptelas.

En esas organizaciones, los Rus, Fabras y demás corruptos creaban toda una serie de relaciones, voluntades y fidelidades sostenidas y basadas en el dinero sucio. En este caso contraban a través Imelsa y Ciegsa a ‘zombis’, término que designa a los amigotes y amigotas que se llevaban un jugoso sueldo público sin tener que ir a trabajar. Unos ‘zombis’ muertos para trabajar, pero muy vivos a la hora de cobrar. Ahora el PP ha sofisticado sus herramientas de corrupción, ya directamente compran voluntades y tránsfugas ofreciendo cargos como en Murcia, o el mantenimiento del sillón como a Toni Cantó, que formará parte de la candidatura de la ultra Ayuso. En primer lugar creaban redes personales, después, como toda organización, creaban las redes materiales que en los casos de corrupción suele consistir en la creación de empresas pantalla o en parasitar las empresas públicas y las instituciones aprovechando las estructuras ya existentes como en el caso de Imelsa y Ciegsa... Vagos y maleantes.

Todo ello nos ofrece una radiografía de qué es el Partido Popular y cómo son sus fugados de extrema derecha que ahora alimentan las filas a Vox y del casi extinto Ciudadanos: una experimentada panda de gentes de baja moral pública a quienes no les tiembla el pulso en edificar estructuras corruptas o en parasitar lo público con el único y exclusivo fin de delinquir y esquilmar el dinero que es de todos.

Es algo sabido que a València las décadas de gobierno del PP nos ha costado muy caras: recortes, endeudamiento público, quiebra de instituciones como Canal Nou, mala imagen, vergüenza, decepción... Desde Podem València, nuestro compromiso más infatigable es el de la lucha contra la corrupción, porque la higiene democrática es algo innegociable. Para ello, la transparencia en la actividad pública es fundamental, tanto en el aspecto técnico de los contratos administrativos y las políticas públicas como en el aspecto personal de quienes aspiramos a representar a la ciudadanía. Porque la mejor manera de predicar es con el ejemplo, y el ejemplo es el que es: una derecha podrida de corrupción, de la raíz hasta la última manzana y un PSOE que cuando habla de corrupción tiene que hablar con la boca pequeña, frente a un Podemos que pese a las tremendas investigaciones llevadas a cabo por las cloacas de este país juicio a juicio demuestra su higiene democrática y sigue en pie.