“El futuro de los (las) jóvenes como yo no va a tener salida” declara Carlos de dieciséis años, miembro de una familia de artistas valencianos y encargado de repartir pasquines al público congregado ante la Ciudad de la Justicia de Valencia. “Los (las) jóvenes son los (las) que más fuerza tienen”. Su activismo en Esperanza Obrera le ha hecho replantearse muchas cosas, “Yo antes fumaba muchos porros y desde que estoy aquí he cambiado”. Carlos reconoce que aún hay mucha juventud que anda en esos usos desinteresada de todo aquello que no sea reunirse en parques. También reniega de aquellas otras personas que se limitan a “Cada cuatro años votar y ya está”.

“La lucha es el único camino”. “¡Que viva la lucha de la clase obrera!”. “Resistir para vencer”. “No hay, no hay, no hay otra manera, o con la burguesía, o con la clase obrera”. “¡La izquierda del cambio desahucia a familias trabajadoras!”. “Cobardes, cobardes, cobardes”, se grita y corea.

Jean de La Fontaine escritor vilipendiado literariamente, rompió con las normas del dirigismo imperante (completo control sobre actividades), este burgués (clase dominante en el capitalismo) cuenta en una de sus subversivas fábulas, la titulada La liebre y las ranas, como la liebre no vivía más que para temer: “¡Qué gente tan desdichada es la asustadiza! Nada le hace provecho; no hay dicha completa para ella; siempre en continua zozobra! Así vivo yo, este maldito miedo no me deja dormir más que con los ojos abiertos”. Huyendo de un ruido la liebre espanta a unas ranas y se pregunta: “¿Desde cuándo valgo tanto? ¿Cómo es que hago temblar a tanta gente? ¿Seré un héroe? No; es que siempre, en este mundo, pasó lo mismo, a un cobarde otro mayor.” Pero la juventud no se amedrenta al defender derechos. Grita. Tampoco se subordina como hacen otras personas al runrún del dinero y favores.

“Tenemos unos principios que no les gustan a la clase empresarial, nos da igual la represión. Si pasas dos días en el calabozo, tú tienes las cosas muy claras, hay un punto en que no vas a aceptar ningún soborno, somos un partido de base de verdad, queremos recuperar el movimiento obrero”, sentencia Carmen otra joven. En un país donde el ochenta por ciento es clase obrera y en la que casi el sesenta y dos por ciento de ella realiza trabajos generalmente manuales, fabriles, agrícolas y especializados (cuello azul). ¿Por qué un porcentaje altísimo de sociedad empobrecida sigue jugando a “Pocholo y Borjamari”? Algo extraño sucede. ¡El bienestar de ese ochenta por ciento de clase obrera pende de un hilo! O de varios según si su trabajo se sujeta a lo privado, público-privado o público ¿Cuántas personas se consideran clase obrera en España? ¡Sólo un ocho por ciento! La gaditana chirigota del Airon en “Los masoquistas” refleja esa antítesis: “Soy un obrero de derechas, que me roben a mí me pone, y aunque arrasen con la hucha de las pensiones, los votaría, conciencia de clase dicen los (las) perroflautas que yo no tengo, la clase que defiendo no es la mía” Por otro lado ¿Por qué no se califica abiertamente de infamante el pertenecer a cualquier tramoya inhumana y mafiosa?

“¿Dónde está la izquierda del cambio?”. “Contra el poder del capital”. “¡Viva la Esperanza Obrera!”. Gritos rotundos coreados por un centenar de personas, mayormente jóvenes, son incesantes.

“Empecé a militar con catorce años” confiesa Aitana actualmente de veintiuno. “Detuvieron a tres camaradas y una familia, estamos denunciando lo que está haciendo el gobierno del cambio” y puntualmente el desahucio del local convertido en banco de alimentos y albergue para personas expulsadas de sus hogares. “Lo tenemos desde diciembre que es cuando lo recuperamos, hicimos okupación”. Un “espacio de lucha donde organizaciones y sindicatos obreros han desarrollado su trabajo político”, apunta el folleto repartido por Carlos. Un local por el que se estuvo gestionando un posible alquiler con la propiedad. “¡Nos pedían tres mil euros al mes! estuvimos tramitando por trescientos, pero ¡no!”. Aitana está convencida de que “La lucha va a seguir, estén fuera o estén dentro”. En otro de los párrafos del impreso se lee: “La pobreza y miseria de los (las) trabajadores existe hoy más que nunca en los barrios humildes de Valencia y de toda España”. ¿Cómo es que en el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, España ocupa el puesto veinticinco a nivel mundial? Pues por longevidad, escolaridad y sanidad. Si es por la renta per cápita, una de las más bajas por cierto, la cosa cambia. Valencia, por su parte, encabeza el listado nacional de desempleo en menores de treinta años.  

“Lo de siempre no funciona” declaró el ambientólogo Achim Steiner administrador del PNUD (Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo),”una senda de desarrollo que nos ha dado progreso material, pero que nos ha acercado cada vez más al precipicio, no sólo en términos climáticos, si no también sociales; sólo hay que ver las protestas que suceden por todo el planeta”.

¿Qué magnate financiero, qué explotador empresarial, qué sádico estadista, qué traficante energético, qué criminal medioambiental, qué señoría de tres al cuarto  ha pensado en algún momento en las demás personas que vendrán tras su muerte?

“Echaron la puerta abajo” detalla Carmen, militante del Frente Obrero en Valencia al describir el desalojo que con una semana de antelación les habían comunicado, “sin permitirnos ninguna clase de alegación”. “Nos movimos con toda la rapidez del mundo” pero todo resultó en vano. Actualmente se lleva a cabo una microfinanciación colectiva para gastos judiciales. A Fanny una mujer diabética de cincuenta años “Se la llevaron como si fuera un trapo, no le dejaron ni coger las pastillas” también se llevaron a “Una chica que pesa cuarenta kilos a la que pintan como si fuera Rambo, es una vergüenza y lo del juez otra vergüenza, estamos peleando la absolución de los (las) compañeros, al principio teníamos otro juez” y después entró en escena “El juez más rápido del mundo”.

¿Qué pasa con las herramientas de ayuda implementadas institucionalmente?  “Servicios Sociales no dice nada, sabe que era urgente buscar una solución habitacional” para esas familias trabajadoras albergadas en el local, “Servicios Sociales se utiliza como traba burocrática”. “Ximo Puig nunca nos respondió, le enviamos cien correos” apunta Carmen. ¿Para qué tanto personal en cargo público si las necesidades básicas del ser humano no se resuelven? ¿Qué pasaría si fuésemos una nación superpoblada? Las colas del hambre son denigrantes para las familias, dijo otra política de primer orden de la Generalidad Valenciana. ¿Por qué la pobreza carcome a la ciudadanía? ¡No estamos en Nueva Delhi con casi veintidós millones de habitantes! ¿Por qué el funcionariado público y ese dieciocho por ciento de clase obrera asalariada de cuello blanco (gestión, administración, secretaría, ventas, economía, servicio al cliente, gerencia) no batallan por la solidaridad de la clase obrera?

“Hay una concepción narcisista del poder convertido en un fin en sí mismo, en la realización de los viejos sueños infantiles de omnipotencia. Este poder egocéntrico, en tanto significa sobre todo privilegios, prestigio, inmunidad y que pretende muchas veces impunidad, elude las responsabilidades, se va cerrando sobre sí mismo alejado de quienes le otorgaron legitimidad y se hace conservador independientemente de la ideología que se sustenta”. Estas declaraciones de una política inmersa en el último periodo del gobierno de Felipe González (PSOE), son recogidas por la psicoterapeuta argentina y profesora de AAPIPNA (Asociación Aragonesa para la Investigación Psíquica del Niño/niña y Adolescente) Claudia Schutt en la página de CPM (Centro Psicoanalítico de Madrid). ¿Acaso no retratan la actualidad? ¿Acaso no manifiestan la regresión enfermiza del poder cuya sintomatología es la perdida de contacto con la realidad externa?

“Había una bandera republicana en pleno Wall Street valenciano” comenta Carmen mientras los gritos continúan a la espera de la liberación de sus camaradas, “Se les ha acusado de comunistas y es un orgullo para nosotros (nosotras)” que así nos identifiquen en medios de información. Durante todo este tiempo “No hemos parado de repartir comida”, alimentos que “Sobre todo vienen de recogidas en los barrios, tenemos contactos con comerciantes de Mercavalencia, con agricultores pequeños, hacemos eventos como partidos de fútbol” todo para alimentar a más de trescientas familias que han estado acudiendo en busca de acogida, escucha, ¡supervivencia!

Gritos jóvenes ante un turbio futuro se escucharon en la concentración de la plaza de la Virgen el pasado día diecinueve de marzo. “Un año después seguimos sin cambios, abuso de temporalidad” denuncia una chica desde megafonía. Pancartas, arengas, batucada Tiakatú solo de chicas, junto a joven clase obrera interina de diversos sectores reclamaban: “Comunidad Valenciana ¡Fijeza ya!”. “El gobierno no cumple las leyes europeas. Fijos (fijas) ¡ya!”. “Ante la precariedad, bomberos (bomberas) forestales en lucha”. Brigadas de emergencia de la Generalidad Valenciana. Personal sociosanitario: “Veintiseis años de fraude”. Profesorado: “Veintisiete años de fraude de ley”. “Basta de abuso de temporalidad en la Diputación de Valencia”. “Colectivo de personal público en fraude de ley”.

La Fontaine, controvertido y censurado autor francés del siglo diecisiete, miembro de la Academia Francesa y anteriormente citado sentenciaba: “Las personas que hacen poco ruido son peligrosas”.