«Hay una dignidad que el vencedor no puede alcanzar» (Mario Benedetti)

El pasado 30 de marzo, una mayoría de los portavoces de los grupos del Ayuntamiento de Sagunto, y no el municipio ni su pleno por unanimidad, decidió asumir la propuesta de la Autoridad Portuaria de Valencia (APV) para proceder a la demolición de toda la obra del pantalán de la antigua Compañía Minera de Sierra Menera y luego hacer una obra nueva distinta en su lugar. Y para algunas personas y para varias asociaciones del patrimonio ese fue un día triste, pues ni esta antigua instalación industrial, último vestigio minero en la zona, ni la historia de Puerto Sagunto se merecen esa claudicación.

Decía el Consell Valencià de Cultura en su declaración informe del 28 mayo 2012 que: «Nos parece necesario que la Conselleria de Cultura otorgue el máximo nivel de protección al patrimonio urbanístico e industrial de la ciudad de Sagunto y singularmente del Puerto de Sagunto».

Nos preguntamos dónde quedaba la memoria de algunos que, apremiados por la propuesta de la APV, se apresuraban a darle su aval para realizarla. Por ello hemos de hablar de desolación y de tristeza en estos días, pero no solamente, pues también hemos de ver razones y argumentos para la defensa del pantalán y su rehabilitación. Y ahí debemos citar las ofertas argumentativas, para demostrar que tampoco en esta ocasión era una decisión de blanco o negro, de lo tomas o lo dejas, como se esforzaron por razonar un reputado ingeniero de caminos especialista en estructuras y del hormigón, e investigador en las universidades de Delft (Países Bajos) y de Nueva York (EE UU), así como los argumentos y la experiencia de un prestigioso y experimentado profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de València, con la posibilidad de haber accedido a la colaboración del Instituto del Hormigón de la Universidad Politécnica de València. Se han enumerado, en esta defensa, ejemplos de casos de elementos patrimoniales salvados de las garras de la destrucción como la Torre Eiffel en París, que algunos deseaban arrasar o recortar por exceso de altura, o el Mercado de Colón en València, que otros pretendían derruir y sustituir por un moderno supermercado.

Sabiendo que: «Hay una credibilidad y una solvencia vinculada a la sustancia construida de las estructuras y edificios históricos que nunca se obtendrá con una reconstrucción. El alto horno (...) es una pieza única que se salvó de la demolición y ahora mismo es motivo de admiración y atractivo para toda Europa».

Defender la permanencia y la rehabilitación del pantalán, o de todo lo que se pueda del mismo, representa no solamente una cuestión histórica, sino también estética y ética, y de ahí las razones del corazón, pero asimismo de la cabeza que nos impelen en esta defensa, junto a las asociaciones de defensa del patrimonio industrial que estuvieron en las conversaciones previas (Asociación Patrimonio Industrial Puerto Sagunto, Asociación Memoria Industrial y Movimiento Obrero, Asociación Patrimonio Industrial Valenciano, Amigos Escuela de Aprendices).

No entraremos hoy aquí en las comparativas de cifras de balances de un coloso como la APV, ni de su responsabilidad histórica hacia Puerto Sagunto y todo el municipio, con las del Ayuntamiento de Sagunto. Pero sí que les recordaremos que la arrogancia al actuar no lo será contando con nuestras convicciones y que, por supuesto, rememorando las palabras iniciales del poeta Mario Benedetti, apearse y claudicar de los principios éticos y estéticos no nos traerá mayor sosiego ni tranquilidad.