Diez años de guerra en Siria, con alrededor de 400.000 muertos y 6 millones de desplazados internos y otros tantos externos, nos llevan a cuestionar la política seguida por Occidente y su incomprensión y responsabilidad en este conflicto. Recuerdo mis primeros contactos con la zona, a través del libro de Rosa Regás Viaje a la luz del Cham, donde se encuentra este pedazo de tierra, de apenas 400 kilómetros de extensión longitudinal que se reconoce como «firdaus», paraíso, en Oriente Medio.

Y me pregunto cómo es posible que un ensayista tan reputado como Tahar Ben Jelloum, ganador del Global Tolerance Award, no pudiera ofrecer las claves para entender Oriente Medio. Jelloum, educado en Fez, capital cultural y religiosa de Marruecos, tras los atentados del 11 de septiembre 2001 en Estados Unido y tras los nuevos atentados en Madrid, el 11 de marzo 2004, publicó No entiendo al mundo árabe, declarándose incapaz de comprender las actuaciones integristas y no digamos de las terroristas al amparo de cuestiones religiosas, sin excluir la responsabilidad, pasada y presente, de los gobiernos occidentales en la causa del mundo árabe.

Antonio Alabau, que fue profesor visitante en diversas universidades de la zona, como la de Damasco en Siria o la de Jounieh en el Líbano, tras haber sido asesor del Ministerio de Comunicaciones y Tecnología de Siria, con residencia en Damasco durante años, trató de ofrecer, por su parte, una explicación para el entendimiento. Estaba centrada en aspectos, geográficos, religiosos, políticos y económicos que han condicionado el devenir de la región.

Repasaba los graves efectos de la descolonización y de los acuerdos inconfesables entre las grandes potencias globales, y analiza las resultantes monarquías (Jordania) o repúblicas, de diferentes partidos, entre ellos el partido de Dios (Hezbolá) en Líbano, o el partido único (Baaz) en Siria e Irak. Menciona las influencias de las grandes potencias de alrededor, como Turquía, Irán y Egipto, y la cuestión siempre pendiente de los países petrolíferos que integran la península arábiga. Su tesis central para entender Oriente Medio consiste en que el dilema no está hoy entre la autocracia y la democracia, sino entre autocracia y teocracia.

Coincide con Jelloum en la responsabilidad pasada de Occidente y en el escaso conocimiento actual del mundo árabe. Y afirma que se ignora que en el islam, es el Corán, el libro revelado por Dios, y no interpretado por sus exégetas, el que determina los comportamientos civiles de la población. De manera que cualquier otra disposición queda postergada por esa Constitución coránica, de la cual los políticos son meros administradores, ejecutores y no legisladores, lo cual permite entender, algo mejor, si cabe, lo que sucede en Oriente Medio, y, así, en la actual guerra de Siria.