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Esquivel

La ventana

Francisco Esquivel

La superpija

Lo que le da salud a la competencia es la posibilidad del desarrollo de los débiles, no el exceso de crecimiento de los fuertes

Gracias a que, en puertas de dejarnos para siempre, mi padre le inculcase a su primer nieto la pasión por unos colores, venimos compartiéndola desde antes que nuestro equipo trastocara penalidades por gloria bendita. Hoy, cuando acechamos a los tres primeros, el trío calavera aprieta el mando de la confusión. Tampoco es para ponerse así; si lo tenemos muy difícil…

La detonación del plan urdido nos pilló elogiando a Mendilíbar por su maldita manía de sentir lo que siente inyectando la autenticidad del espíritu amateur a unas entrañas tan profesionalizadas. Pero el ojo del aficionado sabe distinguir ese aroma y se retuerce al ver que corre peligro de extinción. Le ha ocurrido a la tropa reds que, nada más registrarse el seísmo, colgó una pancarta en Anfield al son de «Nos avergonzamos de vosotros. RIP Liverpool 1892-2021». No se lo están poniendo fácil a los sentimientos encendidos que anidan en los corazones de cuero. Ahí anda el tifo rojiblanco con el que la fiel, sufrida y extremada grada abrió uno de los últimos derbis contra el vecino en el Calderón: «Orgullosos de no ser como vosotros». La sonrisilla de Florentino debe ser para verla.

Con cara de palo, en cambio, compareció en el epicentro de donde nació el juego el habitualmente dicharachero y filósofo Jürgen Klopp: «Entiendo que la gente esté enfadada. No puedo decir mucho más». Tuvo encima la mala suerte de que su contrincante Marcelo Bielsa recitase lo que a él le hubiera gustado soltar: «Los más poderosos lo son por lo que producen y por lo que convocan, pero el resto son indispensables. Y lo que le da salud a la competencia es la posibilidad del desarrollo de los débiles, no el exceso de crecimiento de los fuertes. La lógica imperante en el mundo es que los ricos sean más ricos a costa de que los débiles sean más pobres».

De ahí que, cuando en el polo opuesto al comandante del Eibar, multimillonarios, jeques, magnates del petróleo y fondos de inversión quieren hacer saltar la banca, me pregunto por qué no nos meterían mejor el veneno del críquet. ¡Coño, papá!

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