Llevamos años pendientes de tener un marco de financiación estable que no llega. El último Plan Plurianual de Financiación del Sistema Universitario Público Valenciano (2010-17) no entró en vigor debido a la crisis económica que quebró gravemente la disponibilidad económica de la administración pública. Nuestros dirigentes cometieron el grave error de no apostar por fortalecer el Sistema de Ciencia y Tecnología, fundamentado en las universidades, y generaron un daño importante que aún perdura. El futuro y la sostenibilidad del bienestar social requieren el fortalecimiento de las universidades, de sus estructuras y de sus mecanismos para transferir a la sociedad su investigación y su innovación.

Aplaudimos que la Generalitat trabaje en un futuro plan que nos saque de la actual situación de incertidumbre y proporcione estabilidad para planificar y fortalecer nuestras universidades. Dicho plan debe valorar los resultados y rendimiento de nuestras universidades y tener en cuenta la aportación esencial y excepcional a la sociedad. Parece que ese es el camino escogido y esperamos que la financiación emprenda un camino muy distinto al sufrido desde la pasada crisis económica y del que las universidades valencianas no han salido.

Ahora la realidad es que, en aras a confeccionar el borrador de presupuesto del ejercicio siguiente, no conocemos aún las condiciones; no sabemos hasta dónde se puede llegar y nada garantiza incluso repetir el presupuesto del ejercicio anterior. Estos últimos años, en la Universitat Politècnica de València (UPV) el margen disponible para el funcionamiento de los servicios de la universidad, descontada la principal partida, que es el capitulo de personal, se ha ido reduciendo de forma alarmante, llevando a que ni siquiera la necesaria regeneración o rehabilitación de infraestructuras donde la comunidad universitaria desarrolla su actividad cada día sea posible. Mucha de nuestra actividad docente e investigadora se desarrolla con gran precariedad debido a la falta de dotación de recursos humanos y de otros medios muy necesarios.

Este es el contexto de la UPV en sus elecciones a rector. Unas elecciones muy singulares porque no hemos salido de la pandemia que nos azota, casi todo es no presencial y hasta el voto es electrónico. De forma muy saludable para la comunidad universitaria se ha generado un escenario competitivo, en que distintos candidatos confrontamos ideas y visiones de la universidad y por primera vez en nuestra historia los candidatos hemos debatido en público.

Sin embargo, más allá de esta confrontación de ideas no debemos perder de vista, y eso me preocupa profundamente, que la sostenibilidad económica ha de estar en el centro de todas las propuestas y compromisos, que no podemos prometer y prometer porque no hay margen, porque no sabemos cuál va a ser el marco presupuestario ni siquiera del 2022, y porque todo apunta a que en el escenario post-pandemia nuestro esfuerzo se ha de centrar en maximizar nuestra eficiencia, nuestro compromiso responsable con la sociedad y, de la mano del resto de universidades valencianas y de la Generalitat, convertirnos en tractores de la recuperación y reconstrucción de los graves efectos sociales y económicos que dejará esta pandemia. Juntos saldremos reforzados y reinventados, pero para ello la UPV necesita un equipo liderado por la experiencia, dinámico, competente, comprometido, donde las mujeres y hombres se vean reflejados en pie de igualdad, y con un proyecto ambicioso e innovador, pero muy realista. Es tremendamente peligroso que acabemos con una administración derrochadora o inexperta que nos lleve a la insostenibilidad económica. Ello supondría una deslealtad injustificable con la sociedad a la que nos debemos.