El concepto de Smart City (ciudad inteligente) surge de la irrupción de las TIC -Tecnologías de la Información y Comunicación- (por ejemplo, Internet de las cosas) y de la proliferación de servicios (por ejemplo, de movilidad) en un contexto de creciente preocupación por la sostenibilidad de nuestras ciudades, sometidas a la presión de una población que no cesa de aumentar.

El ecosistema de una Smart City se alimenta, desde la oferta, por proveedores de tecnología (vehículos, sensores, sistemas de control, comunicaciones 5G, sistemas de recarga) y prestadores de servicios urbanos (movilidad ciudadana, gestión de residuos, transporte de mercancías).

La perspectiva inicial, meramente tecnológica, ha evolucionado hacia una implicación (necesaria) cada vez más activa de la ciudadanía en términos de sostenibilidad y modo de vida, integradora con el medio ambiente y con el resto de seres vivos, acuñándose el término «Smart City 4.0» (o incluso 5.0): un ecosistema circular conectado digitalmente, centrado en sus habitantes y en la naturaleza, y movido por la sostenibilidad.

Ciudades inteligentes como Londres se han orientado a las tecnologías Big Data. Otras, como Barcelona, hacia la «democratización» de las infraestructuras TIC, con una perspectiva «por y para las personas». En esta misma línea, Berlín ocupa el séptimo puesto de la clasificación «Cities in Motion Index 2020», que destaca las ciudades inteligentes sostenibles y enfocadas a la calidad de vida de sus habitantes: un 18% de su superficie dedicada a bosque, un 13% a espacios públicos verdes y un 11% a zonas agrícolas y de aguas abiertas.

Una de las áreas más representativas es la movilidad. España ha incluido su «Estrategia de Movilidad Segura, Sostenible y Conectada 2030» entre las inversiones clave del «Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia», planteando una transformación basada en la movilidad como servicio, la intermodalidad, la conducción autónoma, el vehículo conectado, la teleconducción o el mantenimiento predictivo. Esta misma semana se ha presentado en Paterna «ECOMOVIL23», una alianza para la transformación del sector del automóvil y de las Smart Cities. Se prevé que las áreas de conectividad, electrificación y coche eléctrico alcanzarán un 15% del PIB en 2030. A escala mundial, el impacto en 2050 alcanzará siete billones de dólares en vehículos autónomos en 2050 y 3 billones en servicios de movilidad.

Este artículo tendrá una segunda parte.