Un año ha transcurrido desde que los trabajadores de los ‘súper’ recibieron un reconocimiento social inmenso por parte de todos nosotros debido a su destacable labor durante la crisis de la covid-19, reconocimiento que nunca habrían imaginado y, seguramente, cambiarían por no haber pasado por los momentos tan difíciles que les ha tocado vivir. Reconocimiento que, sin duda alguna, les impulsó en su trabajo diario para que no nos faltara ningún producto de primera necesidad en plena pandemia.

Esos «héroes de barrio», que se la jugaron por nosotros subiendo cada mañana las persianas de sus establecimientos para que pudiéramos hacer nuestras compras recorriendo apenas unos pasos y empleando para ello el menor tiempo posible, según recomendaban las autoridades sanitarias en aquellos momentos. Esas personas que lo hicieron posible merecen ser vacunadas cuanto antes. Por estos y por cien motivos más.

Por el compromiso que demostraron anteponiendo la tranquilidad de todos nosotros a la suya propia, por el esfuerzo que supuso acudir a sus puestos de trabajo durante los primeros días y trabajar más intensamente ante la gran cantidad de consumidores que acudían a las tiendas, por el desgaste mental que supuso dejar cada día a sus familiares más cercanos y no poder estar protegidos junto a ellos y, ni siquiera, poder abrazarlos al volver a casa.

Porque nos recibieron con una sonrisa a pesar de todo, porque encarnaron como nadie el «aporta o aparta» que se escuchaba esos días, porque no estaban preparados para enfrentar de frente una crisis semejante y, sin embargo, rindieron a un nivel extraordinario, porque nos emocionaron, nos hicieron llorar, descargaron su tensión bailando y nos demostraron que merece la pena creer en la sociedad actual, en sus valores, en la gente.

Porque contribuyeron de forma crucial a nuestra tranquilidad en cuanto pudimos comprobar que el acceso a la alimentación no resultaba un problema añadido, porque los necesitamos con nosotros si mañana toca afrontar nuevos problemas y ¿por qué no?, porque el refranero español es muy sabio y dice que de bien nacidos es ser agradecidos.

Porque en muchos casos nos ayudaron a descargar nuestro miedo y nuestros nervios, aguantando de forma estoica nuestra impaciencia, porque le dieron vida a las calles cuando estaban muertas, porque, sin ellos y su enorme esfuerzo, no quiero imaginar qué hubiera ocurrido- Porque, si ellos no están, España sí que se para.

Porque su espíritu de solidaridad y sacrificio se nos contagió a todos gracias a su inolvidable lección de vida, trabajando por ellos y por los compañeros que, al ser personas de riesgo, fueron invitados a permanecer en sus domicilios, porque ayudaron a implantar las medidas de seguridad en las tiendas en tiempo récord, porque dedicaron un tiempo que no tenían a charlar y escuchar a muchos clientes que necesitaban compañía, porque si viene otra crisis sanitaria y económica, ellos no pueden teletrabajar.

Porque se lo merecen, porque es bueno para todos, porque seguimos en plena pandemia y siguen siendo esenciales, porque no nos fallaron y no debemos fallarles, porque para decirles chapeau y gracias, nos sobran los motivos.