Cada vez hay más historias no contadas que guardamos dentro. Algunas no llegarán a contarse jamás. Cada vez hay más temores que se esconden tras largos silencios. Más conversaciones con almohadas desgastadas. Más descansos que necesitan receta. Más miradas perdidas que han perdido la costumbre de enfocar hacia adelante. El desgaste mental y emocional de estos tiempos nos está pasando factura.

Prevenir los problemas de salud mental es empezar a hablar de nuestras historias… y empezar a escuchar a los que tenemos cerca.

Necesitamos contar para no descontar días. La vida tiene sentido cuando se lo damos. Y cuando los días no se sujetan y las ganas se caen al suelo, contar con alguien se hace imprescindible. Seamos sinceros, nos pasa a todos, a veces más, o a veces menos, pero todos necesitamos saltar los charcos acompañados, porque así la vida cala menos.

En esta etapa que estamos viviendo, alertas por tantas cosas, hacer frente a las dificultades del día a día no es sencillo. Muchas familias no pueden ser lo que fueron. Muchas personas no se reconocen cuando se miran al espejo. Nos falta seguridad y nos sobran miedos. La situación no es para menos.

Observa. Mira a tu alrededor cuando las cosas se ponen feas. Mira a los ojos de las personas que quieres o que aprecias a ver qué guardan esas miradas dentro. Fijar la vista en el suelo solo nos aporta información de nuestros zapatos…y ahí, no está el sufrimiento. El sufrimiento está dentro, en ese lugar donde escondemos todos los secretos. Solo hay que preguntarle a sus ojos cuál es la historia que no cuenta, que no expresa, que no comparte.

Cuando la vida aprieta, se caen todas las máscaras y el valiente se distingue y al cobarde ya no se le espera.

Hablemos de sufrimiento con quienes lo sienten, que son muchos, más de los que te imaginas. Quizá estoy hablando de ti en este momento. Compartamos, sin vergüenzas ni juicios, a corazón descubierto, con quién tú elijas, pero compartiendo. Tendamos la mano y con ella, rescatemos latidos. El sufrimiento solo necesita comprensión, amabilidad y acompañamiento. No te cruces de brazos, no busques excusas baratas sacadas de un puñado de falsos mitos. Hablar con alguien que se encuentra en un estado emocional al límite puede salvarle la vida. Rotundo, ¿eh?, verdadero, también. Si comparte contigo, escucha. No es fácil hablar de lo que duele tanto.

Cada uno de nosotros somos más importantes de lo que creemos en las historias de las personas que conocemos. Quédate a sujetar y a atender a los que te necesitan, quizá el comienzo de su nueva historia empieza en ti y así lo recordará toda la vida. Nunca sabes lo que puedes llegar a hacer sentir a alguien con un pequeño gesto de amabilidad y cercanía. Todos necesitamos de todos. Hoy, te necesitan a ti y mañana, eres tú quien añoras compañía.

Derrochemos palabras los unos con los otros. No somos islas y el aislamiento no se lleva bien con la salud mental. El bienestar es un destino que queremos alcanzar todos, sin excepción y al que todos tenemos derecho. No nos desviemos por atajos, caminemos juntos para que el trayecto se haga más llevadero. Hablando, las distancias son más cortas.

La salud mental es un asunto de todos. Es una responsabilidad compartida de la que tú formas parte. Para prevenir el suicidio… también, hablemos.

Hablemos de lo que nos hace sufrir. El apoyo emocional es hoy la vacuna de la otra salud, la mental, de ella, habrás oído hablar menos.

Empecemos por contar las historias que guardamos dentro. Y escuchemos.

Se llama prevención.