El 12 de mayo, hace 201 años, en Florencia, nació la segunda hija de la familia Nightingale, aristócratas ingleses, en el curso de un largo viaje por Italia, de ahí su nombre, Florence Nightingale. Con el tiempo iba a revolucionar la profesión enfermera. La joven se rebeló contra las costumbres victorianas de la época, que la destinaban a un matrimonio de conveniencia y se dedicó a formarse en importantes hospitales de Alemania (1850) y Paris (1853).

En 1854, Inglaterra se alía con Turquía tras la invasión rusa y participa en la cruenta guerra de Crimea. Como consecuencia de la alta mortalidad de los soldados, el gobierno inglés la designa Superintendente del Servicio de Enfermeras de los hospitales militares ingleses en Turquía, y hacia allí parte con 38 enfermeras. En el ejercicio de esta labor, la que sería conocida como «la dama del candil», por sus recorridos nocturnos supervisando las salas de los heridos, iba a cambiar y modernizar de forma radical la forma de cuidar a los pacientes: profundizó en los conceptos de higiene, aislamiento de grandes infectados, alimentación y cuidados de las heridas, mejorando de forma notable la tasa de curaciones y disminuyendo de forma importante la mortalidad.

A su retorno a Londres crea la primera Escuela de Enfermeras en 1860 en el Hospital de St Thomas, donde aplicó sus dos grandes principios: la formación rigurosa y científica a cargo de otras enfermeras cualificadas y no solo de médicos; y en segundo lugar se preocupó por la reputación moral de las enfermeras, un tanto dañada en la época, logrando convertirla en una profesión respetable. Llegó a ser consultora de los gobiernos de Canadá y Estados Unidos en su guerra de secesión y pionera en aplicar la estadística, difundiendo su metodología en cientos de publicaciones.

Los cuidados a los enfermos y heridos son tan antiguos como la humanidad misma. Es más, este rasgo, puesto de manifiesto en Atapuerca y otros lugares de investigación paleontológica (hallazgo de restos humanos con lesiones óseas antiguas, que habrían precisado cuidados para sobrevivir) es el que nos diferencia de forma radical del resto de animales irracionales: «Cuidamos a nuestros seres necesitados y enterramos a nuestros muertos con dignidad». A lo largo de la historia han sido innumerables las personas que se han dedicado a cuidar a los enfermos, atender los partos, sanar heridas, alimentar, etc., en todas las culturas, desde África hasta América y Asia encontramos la huella de estos cuidadores.

En España, hemos descubierto recientemente a Isabel Zendal y su epopeya con los 22 niños del hospicio gallego, que logró llevar la vacuna de la viruela a América en aquella misión del doctor Balmis y Salvany patrocinada por el rey Carlos IV en 1803. Zendal ha sido declarada por la OMS primera enfermera de la historia en misión humanitaria internacional. El día 1 de diciembre de 2020 la Comunidad de Madrid inauguró un hospital de pandemias con su nombre, reconociendo por primera vez la labor de una enfermera al máximo nivel. Las múltiples y reiteradas epidemias que nos han asolado a lo largo de la historia, como la viruela que apareció hace 10.000 años, el cólera, la peste, y otras, que nos siguen afectando ahora como el ébola, la malaria, VIH, y SARS y COVID 19, han situado a la enfermería en el escaparate mundial por su necesidad e importancia.

Hoy, Dia Mundial de la Enfermería, en plena lucha planetaria contra la pandemia del COVID 19, que ha superado los tres millones de muertos a nivel global, queremos rendirles homenaje a todas las enfermeras, que han aportado no solo el máximo de sus capacidades profesionales sino también el plus emocional del acompañamiento en la soledad, el apoyo cálido y humano en los momentos en que la vida puede extinguirse.

Hoy, cuando las enfermeras, siguen de forma silenciosa, vacunándonos con eficacia, es momento para reflexionar sobre su futuro: España ocupa el puesto número 20 de Europa en ratio, con 5,9 enfermeras por 1.000 habitantes, frente a la media de 8’2. Faltan 130.000 enfermeras en nuestro país.

Es necesaria la modernización, la creación de nuevas áreas de trabajo y especialidades , mayor impulso e inversiones para afrontar el futuro. Por último, por su importancia social y sanitaria, por su número, la voz de las enfermeras debe tener representación en todos los Organismos Públicos que legislen, gestionen o planifiquen en materia de Salud.