La Declaración del Milenio de Naciones Unidas de 25 de septiembre de 2015, titulada «Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible», estableció la importancia de propiciar sociedades pacíficas, justas e inclusivas que estuvieran libres del temor y la violencia; señalando que «No puede haber desarrollo sostenible sin paz, ni paz sin desarrollo sostenible». 

En consonancia con ello, el 5 de diciembre de 2017, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 16 de mayo Día Internacional de la Convivencia en Paz.

Con ello quiso dar un paso adelante más allá de la Paz que busca la eliminación de los conflictos bélicos que nos asolan, al Día de la Convivencia en Paz que pretende promover el clima necesario para que esos conflictos no puedan provocarse.

Por ello, las Naciones Unidas con la proclamación del Día Internacional de la Convivencia en Paz hacen un llamamiento muy especial a la sociedad civil, como destinataria de esa proclamación.

Porque convivir: «vivir-con», supone una postura activa de tener en cuenta a los demás en todo aquello que pensemos o hagamos. No vivimos aislados en una burbuja, ni tan siquiera aislados en círculos cerrados en nuestro espacio de confort vital (familia, amigos), sino que en todas nuestras vivencias hemos de contar con «los otros», superando los recelos o rechazos que ello nos pudiera originar.

Esto nos obliga a una revisión y si fuera necesario a una reconversión de nuestra postura vital hacia los demás. Primero, de respeto hacia todos, y al mismo tiempo a una actitud más proactiva de aceptación. Aceptación que elimina radicalmente toda exclusión por razón de cultura, creencias, raza, género o identidad sexual.

Practicar la tolerancia, el respeto y la aceptación de «los demás» y de sus diferencias, y tener la capacidad de escuchar, reconocer y apreciar a todos ellos, es la base de una convivencia que aspire a poder ser calificada como humana. Que nos conduzca a la verdadera fraternidad universal que señala la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Es un proceso positivo, dinámico y participativo en que se promueve el diálogo y se solucionan los conflictos en un espíritu de entendimiento y cooperación mutuos.

Actitud positiva que tiene que partir necesariamente de un convencimiento interior del derecho de todos, sin exclusión alguna, a ser respetados y aceptados.

Postura interior de tolerancia, respeto, aceptación y diálogo, que es la única que puede promover una convivencia en paz en nuestra sociedad.

Fundación por la Justicia, que tiene como lema «Queremos la Paz, trabajamos por la Justicia» y trabaja como una de sus líneas prioritarias en «sensibilización en los derechos humanos», comprueba con enorme preocupación los ataques a esa convivencia en paz, de los que todos los días dan cuenta nuestros medios de comunicación. La lacra de la violencia de género; la trata de personas; los rechazos a los que inmigran huyendo del hambre o de la muerte; la indiferencia hacia el cementerio del Mediterráneo; o, en otro orden, los extremismos políticos de uno u otro signo, o la falta de diálogo y respeto, cuando no agresividad en los debates políticos, constituyen todos ellos obstáculos que dificultan esa reconversión interior de las personas, y por ende de la sociedad civil, que necesita una convivencia en paz, que hoy, desgraciadamente, casi parece una utopía.

De ahí la necesidad de trabajar en esa revisión de nuestro compromiso personal, en esa postura de aceptación y respeto hacia los demás, así como el fomentar en nuestra sociedad actitudes de sensibilización hacia los Derechos Humanos que posibiliten esa convivencia en paz que en este día conmemoramos.