Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Alfons García03

A VUELAPLUMA

Alfons Garcia

La gratitud

Os habéis preguntado alguna vez cuántas veces en la vida habéis dado realmente las gracias? Delphine de Vigan reflexiona sobre esta pregunta en Las gratitudes, un sutil y pequeño libro acerca de las relaciones con la gente mayor, residentes muchos de ellos hoy, padres, madres o seres especiales que nos construyeron sin esperar nada a cambio. Quizá algo de amor, no devuelto en la mayoría de ocasiones, o no en el momento oportuno, sino después, casi siempre tarde, porque la vida es egoísta y el presente nos consume. La escena crucial para todos esos residentes es el momento que cierran la puerta de su casa sabiendo que será la última vez, que el viaje no tiene retorno. Toda una vida sellada al dar la vuelta a la cerradura.

La escena crucial para los detenidos es cuando cierran la puerta de su casa con el futuro por los aires. Imagino la última mirada a los de dentro. Los detenidos no son iguales en abstracto que cuando cobran cuerpo. Cuando has conocido, algo o bastante, al personaje, sabes cómo ha vivido, has tratado alguna vez a su familia, todo es más costoso de digerir, mucho más increíble.

En los últimos días he podido hablar con un periodista de los de aquella época, en activo en aquellos círculos de la política y el poder. «Hoy es de esos pocos días que sé que la honradez sale a cuenta», afirma sin acabar de asumir las noticias. «Yo hoy podía ser uno de ellos». A él también intentaron comprarlo. ¿A cambio de qué? «Ayudar a crear un clima de opinión favorable al proyecto» (el plan urbanístico en la zona del Grao y Natzaret). Por mirar hacia otra parte, en pocas palabras. Planteado con naturalidad como cobrar por unos «servicios», como si fuera lo más normal del mundo. Fue en un bar en ese mismo distrito. Estaban unos cuantos. Alguno de los detenidos estos días. Dijo no y siguió con su vida atropellada, sin confiar siquiera en la gloria postrera de las letras. Un pequeño quijote más de los que dejan un mundo mejor sin saberlo. Entre el miedo y el dinero suele tirar más el dinero, sí, pero no siempre. El valor de los que en aquellos años de sol y oro fácil giraron la cara al dinero queda en el anonimato, en la quietud nocturna, en la ausencia del pánico sudoroso soñando un amanecer en el que una patrulla de guardias llama a la puerta y liquida tu vida para siempre. La honradez es gratis, pero favorece el sueño y algún día incluso te reconforta el alma. Tampoco conviene esperar monolitos de granito por defenderla.

El azar de la Historia ha hecho coincidir la segunda fase de la operación Azud con los diez años del 15M. Ha sido como devolvernos de una bofetada a un tiempo que ya empezaba a distorsionarse. Cuando entras en un local que apesta, la primera bocanada de aire es un puñetazo en la boca del estómago, diez minutos después sabes que el mal olor sigue pero te habitúas y actúas como si no existiera. Algo así nos ha pasado con la corrupción y la especulación urbanística. Más allá de algún mausoleo de hormigón por la costa, empezábamos a amortizarlas. Había llegado el momento en que no interesaban a nadie, porque no era ya una mancha para los que gobernaban entonces, sino un estigma colectivo, un lastre como pueblo (en minúsculas, a más no llegamos). El 15M fue una pequeña rebelión contra la estructura social, política y económica que amparó aquel tiempo. Un arranque de rabia de la sociedad silenciosa que había soportado aquella orgía de poder y soberbia. En aquel tiempo gobernaban en estas tierras Francisco Camps y Rita Barberá. Nadie ha conseguido implicarlos hasta la fecha en actos ilegales, pese a los intentos, pero nada puede ocultar que estuvieron en la cúpula de aquel mundo que nos escupe cada cierto tiempo miseria desde el PP y el PSOE. Quizá es bastante para no reivindicarlos ni jalearlos, para vivir sin más ansias de gloria y dejar que la Historia haga lo suyo. La gratitud en esta tierra siempre será no olvidar lo que fuimos ni quienes estuvieron allí. Y no olvidar a los honrados, que los hubo.

Compartir el artículo

stats