No es preciso que al lector de este artículo le guste de lo que habla sin necesidad de desnaturalizar el texto, con las costuras bien a la vista y las ocurrencias entrevistas de humor acerado, quizás en algún punto hiriente. Mas podría entenderse oblicuamente que hay que empezar a reírse cada uno de su propia sombra, a modo de divertimento, incluso comenzar a valorar la sátira humorística como arma política para tratar de romper los límites.

Ahí tenemos, para empezar, Tabarnia y los tabarnienses de la variante libertaria de Boadella, el satiricón por excelencia, con su ingenio sarcástico que disfrazado de cínico invita a la carcajada frente al independentismo catalán. O el 15M, especie de retruécano del centralismo matritense, con eventos caóticos y escurridizos, incluida la ira de la calle.

Y para enfangar un poco más el terreno de juego, lo cual no sorprende a nadie, está la caricaturesca alegría de los tabernarios que celebran en plena euforia etílica, con palmeros de lado a lado, la excepcionalidad del madrileñismo que ha convertido la ciudad de un tiempo a esta parte en el bar de copas de Europa. Por deducción lógica y mirando en derredor, podemos descubrir en el animalario a pícaros -el pequeño Nicolás- y delincuentes pujolets y así establecer contactos con el fantasma andariego de Puigdemont o con espías misteriosos al estilo de Villarejo.

Ninguno de todo ellos proviene del mundo exterior, sino a partir de una evolución equilibrada entre la continuidad y la discontinuidad, sin tener que recurrir a escenarios o personajes del imaginario rebosante de autoficciones de Ayuso, poco que ver con el MeToo de aquellos días. ¿Verdad o ficción?

Por el filo de la ironía es posible caricaturizar la ignorancia o la prepotencia sin por ello concentrar el odio en una comunidad o buscar chivos expiatorios: los que lloran tipo Gabilondo, los que desaparecen tipo Iglesias o los que inventan recuerdos prestados al estilo Bárcenas, lo que te lleva a la verdad desde sus respectivos agujeros negros.

El epítome o trasunto de esta realidad insatisfactoria impregnada de surrealismo es que la verdad se puede encontrar en el día a día. Y también en el Late Motiv de Buenafuente, además de que todo lo que reímos con él nos gusta: sólo están por la pasta. El resto es humo. No se pierdan el ejercicio de mayéutica.