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Sin cartas de navegación

La UE ha descuidado su seguridad exterior y ha quedado en manos de vecinos poco confiables

La desmedida respuesta de Marruecos tras la hospitalización del líder del Polisario en Logroño ha puesto en evidencia varios asuntos, y ninguno bueno para los intereses de España y la UE. Lo sucedido el lunes y el martes en Ceuta es, en realidad, solo un pequeño aviso de lo que Mohamed V puede llegar a hacer. Crecido como está por el espaldarzo de EE UU a su reivindicación territorial del Sáhara Occidental, ha puesto sobre la mesa sus cartas: si así lo decide puede abrir las compuertas y provocar un auténtico tsunami migratorio sobre la frontera española y, en última instancia, europea. Aun a riesgo de desestabilizar su propio equilibrio interno.

Pero esta situación resulta mucho más preocupante porque lo que demuestra es que la seguridad de nuestras fronteras no está salvaguardada solo con la acción militar. Como hemos comprobado estos días, ¿qué pueden hacer los soldados contra miles de civiles empujados por el hambre? La UE ha descuidado su seguridad exterior y ha quedado en manos de vecinos poco confiables -Marruecos ahora, Turquía y Libia antes- para contener la llegada de una migración forzada por la pobreza, primero, y ahora, por ejemplo, por el cambio climático. Los gobiernos del viejo y próspero continente no se han preocupado como deberían de fomentar redes de colaboración y, sobre todo, de desarrollo económico para combatir en origen las causas de estos movimientos migratorios. Un problema similar al que padece EE UU en su frontera sur. Y quizás sea ya demasiado tarde.

Pero además de estas consideraciones geoestratégicas, llama la atención la falta de capacidad de anticipación por parte del Gobierno de Pedro Sánchez una vez que decidió acoger al jefe polisario. Un fallo, por otro lado, recurrente en la Moncloa: ya ocurrió con motivo de la moción de censura de Murcia. Alguien ha perdido las cartas de navegación.

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