Quedan ya muy lejos —en el tiempo y en el espacio— los primeros presupuestos participativos. Fueron los de Porto Alegre (Brasil) de 1988. Aquella primera experiencia participativa nació tras el ascenso del Partido de los Trabajadores, que buscaba reducir la desigualdad y dotar a la población más necesitada de las infraestructuras y los servicios básicos fundamentales.

Desde entonces, y tras el éxito de la iniciativa, ésta se fue expandiendo al resto del mundo. A España, y a los municipios valencianos en particular, llegaron con fuerza en 2015, con los llamados ‘ayuntamientos del cambio’. Las principales capitales del país como Madrid, Barcelona y València iniciaron la andadura municipal. Pero, ¿qué pasó en el ámbito autonómico? La complejidad de la extensión territorial, el difícil encaje en las partidas presupuestarias, los apretados tiempos de ejecución y la falta de modelos que seguir, entre otras cuestiones, convertían los presupuestos participativos autonómicos en un laberíntico entresijo de problemas al que nadie se quería enfrentar.

Hemos tenido que esperar hasta 2021 para ver la primera experiencia participativa de esta envergadura y tenemos la suerte —y el acierto— de que sea en nuestra tierra. Con esta primera experiencia, los valencianos y valencianas nos situamos en la vanguardia de la participación ciudadana en España y seguramente, a partir de ahora, no seremos los únicos, pues muchos estarán observándonos para replicar esta práctica innovadora en sus respectivos territorios.

Esta experiencia inédita nace plenamente adaptada a nuestra realidad social y territorial. Para eso hemos agrupado las 33 comarcas —cada una con sus características demográficas, históricas, económicas y culturales— en 7 áreas comarcales que facilitan el proceso participativo y corrigen ciertas desigualdades estructurales.

Planteamos dos escenarios: uno autonómico —en el cual la ciudadanía podrá decidir el destino de 37,5 millones de euros— y otro comarcal, con 87,5 millones de euros para iniciativas ciudadanas. Desde la Conselleria de Participación lo consideramos así precisamente para evitar la sobrerrepresentación de los territorios más poblados y que las inversiones se acumulen en esas zonas.

Además, hemos querido que se escuche especialmente a las comarcas que menos voz tienen, es decir, las comarcas despobladas y las que económicamente están pasando por una peor situación. En ese sentido, en el momento de distribuir los 87,5 millones de euros correspondientes al escenario comarcal, hemos aplicado una prima compensatoria del 5 % para las comarcas con menor densidad de población y otra del 25 % para los territorios con menos recursos.

Somos muy conscientes del momento de desafección política que estamos atravesando. Tantos años de corrupción y de decisiones políticas que beneficiaban a una minoría mientras perjudicaban a la mayoría han mermado la confianza de la ciudadanía en sus instituciones. Para tener una democracia robusta es imprescindible justamente lo contrario: una ciudadanía que confíe, que se identifique y que se reconozca en ellas.

Para eso necesitamos abrir las instituciones, contar con la opinión de la ciudadanía y enriquecernos con sus propuestas. En definitiva, se trata de un cambio que requiere de una cultura de la participación que hemos de ir trabajando.

De pequeñas, en general, nos enseñan a acatar decisiones, pero no a formar parte de ellas. Desde la conselleria que dirijo tenemos claro que los procesos participativos que estamos poniendo en marcha deben ir acompañados del fomento de esa cultura participativa para que vaya calando en la sociedad.

Por eso hemos querido contar con la colaboración del Consell Valencià de la Joventut, que ha dinamizado el proceso participativo en aulas de institutos y colegios. La cultura democrática debe llegar también a los más jóvenes, que por primera vez podrán participar de los asuntos autonómicos si tienen más de 16 años, o más de 12 con autorización de sus tutores.

En definitiva, los primeros presupuestos participativos de la Generalitat son una herramienta más para la cogobernanza y el gobierno abierto, que junto con el nuevo Portal de Participación Ciudadana (GVA Participa), el de Datos Abiertos y el Portal de Transparencia (GVA Oberta) permiten que la ciudadanía esté mejor informada para tomar decisiones. No olvidemos que los mejores antídotos contra la desafección política y la corrupción son siempre la participación ciudadana y la transparencia.