Solo una mente enferma puede encontrar morbo y connotaciones sexuales en el abrazo de una joven trabajadora de la Cruz Roja a un inmigrante que acaba de cruzar a nado la frontera y llora desconsoladamente al ver como se debate entre la vida y la muerte un compañero de aventura en su ansia de alcanzar una vida digna. Detesto a esas personas tan llenas de odio y maldad y vacías de empatía, que son capaces de mofarse del abrazo de dos seres humanos en un trance límite provocado por la desesperación.

Una imagen ha acaparado las portadas de todos los medios y la atención de todas las tertulias que han abordado la masiva llegada de migrantes a nado procedentes de Marruecos. La instantánea muestra a un hombre (se desconoce su identidad) que llora con desconsuelo presa de la amargura, y se lanza a los brazos de la cooperante Luna Reyes como lo haría un naufrago aferrándose al salvavidas que le lanzan desde un barco. Luna es una trabajadora de la Cruz Roja, estudiante en prácticas de un ciclo superior de Integración Social en Ceuta, y también protagonista circunstancial de una de las imágenes más emotivas y bellas que de la crisis migratoria de Ceuta y Melilla se nos ha ofrecido a través de los medios.

Pero además de repercutir emocionalmente en la sensibilidad de las personas con un talante humanitario y solidario, este abrazo ha tenido otras lecturas lejanas a la compasión como la del tuit publicado por Cristina Seguí, expareja del político Ortega Smith y cofundadora de Vox, partido que abandonó aunque sigue defendiendo sus postulados en platós, tertulias y prensa. El tuit en cuestión muestra una foto de Luna abrazada al inmigrante con el siguiente texto: «Pocas imágenes reflejan mejor la decadencia moral de esta gente y sus discursos buenistas. Oenegista abrazando a un ilegal tras pasar 4 min en las “gélidas” aguas mediterráneas, y él aprovechando la turgencia de sus senos…». También el periodista y eurodiputado de Vox Hermann Tertsch, publicó un tuit de idéntica catadura tanto machista como xenófoba: «La víctima y la salvadora o el abusador y la idiota. Toda una representación de Europa haciendo el gilipollas». Ambos tuits fueron borrados por Twitter al considerarlos ofensivos. No obstante, es lamentable —y preocupante— la constatación de que desencadenaron una avalancha de mensajes de odio con humillantes mofas racistas, sexistas y xenófobas dirigidas a Luna, e incluso pantallazos con imágenes de la muchacha con su novio al que se comparaba burlonamente con el inmigrante rescatado tildándolo de pagafantas. Ante estas críticas y el acoso sufrido, Luna se vio forzada a restringir el acceso a sus redes sociales. No obstante, fueron muchos más los mensajes en Twitter en los que se daban muestras de apoyo al gesto humanitario y compasivo de Luna.

A título personal agradezco a esta trabajadora en prácticas de la Cruz Roja su abrazo, no sólo por las cualidades humanas y filantrópicas que lo invisten, sino porque me siento representado por Luna Reyes del mismo modo que me identifico con cualquier persona de cualquier ideología que sienta la necesidad de ayudar a quienes carecen de los mínimos imprescindibles para conferir dignidad a sus vidas. Este abrazo es un símbolo del amor que debería existir entre los seres humanos, sobre todo cuando no se conocen ni tienen nada en común más que la toma de consciencia del sufrimiento del otro. Es un gesto que aporta un soplo de esperanza en medio de la crisis de valores que atravesamos debida al individualismo, el egoísmo, la competitividad, el clasismo y la falta de humanidad que pone a nuestra especie al borde de la involución.

A quienes creemos en los derechos humanos sin distingo de raza, religión, costumbres, lugar de procedencia o condición social, nos resulta cada vez más difícil soportar los mensajes de odio de quienes dominan el arte de contaminar con sus ideas utilizando falacias argumentales envueltas en un celofán de populismo, aparentemente generoso con unos estratos sociales desfavorecidos a los que sin embargo desprecian y a los que explotan y denigran.

La xenofobia, el odio y la violencia están dando la cara sin ocultarse, y tenemos un claro ejemplo en muchos de los mensajes que Luna Reyes ha recibido a través de Twitter: «Europa no es una ONG» «Lo vas a pagar caro» «Las de la Cruz Roja te quitan la hipotermia a base de calentones, eso es a lo que se referían con devoluciones en caliente» «Cada vez más convencido de que algunas voluntarias van buscando morcilla subsahariana». El colmo del odio y la zafiedad quedó patente en el despectivo mote (“La pechotes”) con que en un tuit —también borrado de las redes— bautizó Cristina Seguí a la cooperante.

El abrazo de Luna es una de las imágenes más conmovedoras que he contemplado recientemente, y me transmite una pizca de esperanza ante la posibilidad de que la humanidad vuelva a ser mejor de lo que es ahora. Ese abrazo me vincula con la única España en la que me reconozco, y no en esa otra de quienes viven anclados en el odio y el rechazo a quienes sean diferente o no cumpla los criterios de normalidad que según ellos definen a los españoles de bien.