Después de muchos años de convivencia y violencia se decidió a denunciar. Ella oía por televisión que ninguna mujer tenía que aguantar el maltrato, que la ayudarían, que la protegerían, que de las palizas se sale. Y aquella noche, sin que su pareja lo supiera, obtuvo la fuerza necesaria para salir de casa segura, convencida, y denunciar. Días después, volviendo a casa tras la compra, él la esperaba dentro y la asesinó antes de tirarse por el balcón. No llegamos a tiempo.

Los matices cambian, pero las historias se repiten, ahora con más frecuencia porque se ha extendido la percepción de que empezamos a dejar atrás la crisis sanitaria con el fin del estado de alarma. La violencia hacia las mujeres es una de las más devastadoras consecuencias de las desigualdades, pandemia a la que todavía no hemos conseguido doblegar. El machismo nos ha arrebatado seis vidas en los últimos días y estos asesinatos nos obligan a volver al consenso, al acuerdo entre partidos y administraciones, y a lanzar un mensaje claro a las mujeres: el máximo apoyo institucional para acabar con tanto dolor y crímenes cuya única razón de ser son la discriminación y subordinación social de las mujeres frente a los hombres. Las administraciones estamos comprometidas y hemos desplegado muchísimas herramientas en los últimos años para proteger a las mujeres, pero seguimos sin llegar a tiempo en muchos casos.

La erradicación de la violencia machista es una política pública y como tal debe ser evaluada de forma periódica. Necesitamos una respuesta más amplia. Debemos parar y diagnosticar, activar nuevas medidas o modificarlas. Aplicarlas y volver a evaluar sin esperar más asesinatos. Se lo debemos a Warda, la mujer embarazada y asesinada la semana pasada junto a su hijo de siete años en Sa Pobla (Mallorca). O a Soledad, vecina de Sagunt asesinada a manos de su expareja nueve días después de presentar una denuncia, un crimen que nos ha producido rabia, dolor y lágrimas a todo el pueblo valenciano y debe suponer un punto de inflexión en las políticas públicas contra la violencia machista.

Lo he repetido muchas veces, el riesgo cero no existe. Pero sí debemos revisar nuestras herramientas para mejorar la seguridad de las mujeres y protegerlas de forma efectiva. Los protocolos han salvado y salvan la vida de muchísimas mujeres, pero debemos hacernos preguntas para mejorar la red de protección que despliega el Gobierno de España, las comunidades autónomas y los ayuntamientos. Mientras haya una sola mujer asesinada por el mero hecho de ser mujer, tenemos que seguir trabajando para mejorar cualquier sistema y dar seguridad a muchas víctimas que están pasando un calvario que no merecen.

Quiero apelar a ese máximo consenso político, social e institucional para que las mujeres vivan libres y seguras. El Ministerio de Igualdad ha convocado de urgencia el Pacto de Estado contra la Violencia de Género para reconocer ante el conjunto de la sociedad que, pese a todas las medidas desplegadas, no hemos llegado a tiempo. La Delegación del Gobierno en la Comunitat Valenciana asume también ese compromiso y estará al lado del ministerio. Vamos a impulsar en las próximas semanas foros compuestos por personas expertas en distintos ámbitos para reforzar nuestras herramientas contra los feminicidios y mandar un firme mensaje a las mujeres: estamos a vuestro lado trabajando para llegar a tiempo.

Tenemos la disposición, sabemos como hacerlo, y ese diagnóstico al que hoy me comprometo nos servirá para conocer en qué aspectos estamos fallando. Hagámoslo, no esperemos más, solo así llegaremos a tiempo.