Bob Dylan cumple su 80 aniversario y sigue acompañándonos. Músico, poeta, premio Príncipe de Asturias a las Bellas Artes, fue, como señaló el jurado, el faro de una generación que tuvo el sueño de cambiar el mundo. Efectivamente, Dylan y las artes, y entre ellas la literatura, como le fue reconocido con el Nobel, por haber creado, en palabras de Sara Danius, secretaria permanente de la Academia Sueca, nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción norteamericana.

Nuestra generación creció con el sueño de Dylan. Con él fuimos buscando todo lo que realmente queríamos ser -‘All I really want to do’- sin escuchar la advertencia de Gil de Biedma -«que la vida iba a en serio uno lo empieza a comprender más tarde»- tropezando como cantos rodados -‘Like a rolling stone’-, mientras los tiempos iban cambiando -‘The times they are changing’.

Corrían los años sesenta, los jóvenes españoles nacidos en la posguerra apenas llegábamos a los veinte, cuando en California el movimiento ‘hippie’ movilizaba las universidades y en Europa la obra de Marcuse -‘El hombre unidimensional’, 1964- se hacía sentir en el mayo del 68. En España, tras la Guerra Civil, próximo el final de la dictadura, llegaba el color, se recuperaba la alegría y, con ella, la contestación social al orden establecido. Los jóvenes en todo el mundo se enfrentaban al pensamiento único y dos de ellos, de nombre artístico Joan Baez y Bob Dylan, se encuentran en Greenwich Village, en Nueva York.

Joan, ya conocida cantautora, descubre a Bob y queda admirada del potencial del joven de Minesota, y de su pasión por el cambio social. Lo va introduciendo en los ambientes musicales y, al poco, una romántica historia sucede entre ambos. Joan había grabado su primer álbum en 1960 y, poco después, lo haría Bob, en 1962. Juntos interpretan en Newport, en ese año, ‘Blowin’ in the wind’, flotando en el viento. Ambos logran, en sus respectivos álbumes, dos preciosas interpretaciones de ‘The house of the rising sun’, la casa del sol naciente.

En 1963, Bob y Joan participan en la Marcha por los Derechos Civiles sobre Washington, en la que Martin Luther King pronuncia su conocido discurso -«I have a dream», tengo un sueño-. La relación sentimental entre ambos termina sin aparentes heridas y tiempo después, mientras Joan Baez profundiza en su relación con el folk, Bob Dylan camina hacia otros estilos musicales, con mensajes diferentes a los temas sociales de sus inicios.

Baez, al cumplir los 80 años, en enero reciente, mantiene su compromiso con las reivindicaciones populares. Cuestiona hoy el calentamiento global como en el pasado defendiera los derechos civiles. Haciéndolo frente a los abusos y las desigualdades, antes y después de Dylan, del que siguió interpretando sus canciones y cuya relación queda reflejada en su preciosa versión, ‘Diamonds and Rust’.

Dylan, cincuenta años antes de los ‘Indignados’ de Stéphane Hessel, del 15M, de ‘El Establishment’ de Owen Jones, nos mostró que los tiempos estaban cambiando, que las aguas iban en aumento, que no cabía bloquear la entrada a lo nuevo. Es el camino que no conduce a casa como recuerda el título del documental -‘No direction home’- que Martin Scorsesse le dedicó. Su labor precursora alcanza a toda una generación, intentando cambiar el mundo.