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La segunda de AstraZeneca

La segunda de AstraZeneca

W. H. Auden escribió que las reglas despóticas de la poesía no se podían aplicar a la sociedad porque sería como abrir la puerta a una dictadura. Y, al revés, que si se utilizaran las bases de la democracia para escribir poemas, entonces habría un caos indescriptible de poemas malos, votados y aceptados por todos. Cada cosa en su sitio. No tiene nada que ver (¡o tal vez sí!) con lo que está pasando con las segundas dosis de las vacunas para los colectivos esenciales, los de menos de 60 años, este desbarajuste fenomenal en el que se ven empujados a elegir.

Se elige un parlamento o el sabor de las patatas fritas, pero no una vacuna. Aquí es donde Auden podría alzar la voz. Porque los que saben, de poesía o de medicamentos, no exponen medicamentos o poesías a la libre elección del destinatario, porque resulta que son universos que solo admiten la opinión del experto, la regla despótica de la métrica o de la ciencia . A estas alturas, decidirse por la segunda de AstraZeneca casi parece un acto subversivo, cuando todos los sabios que conozco dicen que es lo que hay que hacer. Tan fácil que era cuando solo tenías que decidir si te gustaban más las patatas con sabor a queso o con sabor aperitivo.

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