Conmemoramos hoy el Día Mundial del Medio Ambiente, pocos días después de la presentación del libro ‘Cambio climático en el Mediterráneo: procesos, riesgos y políticas’, coordinado por Joan Romero y Jorge Olcina y en el que han participado diferentes personas del mundo académico para diagnosticar y pronosticar la situación climática de nuestro entorno más próximo.

Además de los efectos globales del cambio climático es necesario estudiar los registros locales; derivaciones mucho más difíciles de predecir y sobre las que hay que ir dibujando tendencias que nos permitan hilar muy fino, no solo en las políticas de mitigación, sino en las inversiones inteligentes en adaptación. Un estudio que habla de las características valencianas y mediterráneas en los efectos disruptivos del calentamiento global, desde las consecuencias sobre el medio marino hasta los patrones de lluvia.

Asistimos a la cita anual del Día Mundial del Medio Ambiente pocos días después de haber consumido todos los recursos que la Tierra es capaz de darnos en un año. Desde el 26 de mayo vivimos de crédito, de prestado, para todo lo que nos queda de 2021. Una deuda para el futuro próximo, muestra del desequilibrio exacerbado entre lo socialmente establecido y lo ambientalmente posible.

El Día Mundial del Medio Ambiente 2021 viene precedido por un año amargo, marcado por una crisis sociosanitaria. Una crisis que nos ha mostrado lo vulnerables que somos ante pequeñas variaciones de parámetros físicos y biológicos. Una crisis que nos ha puesto a prueba frente a un reto global y de la cual hemos aprendido la importancia de la ciencia y el progreso y el valor de la conciencia de sociedad. La salud pública, la de todos, las políticas públicas, para todos, la solidaridad y la cooperación como estrategias más eficaces frente al individualismo.

La crisis climática, la crisis ecológica y la crisis sociosanitaria marcan la excepcionalidad de nuestro tiempo. El desarrollo debe consolidar una senda en la que las personas y el medio ambiente son premisas irrenunciables. Este es, y ha de ser, un desarrollo realista, con los pies en el suelo de por qué y para qué hacemos política. Y no será negacionista o filibustero, no al servicio de quienes pretenden convencernos de no sé qué necesidades superiores presumiblemente innegociables que atropellan derechos fundamentales. Uno de ellos, el derecho al medio ambiente.

Las personas tenemos el derecho de vivir en un planeta y entorno seguros, de hacer nuestra ‘casa’ lo menos vulnerable posible y tenemos la responsabilidad de que nuestros hijos la puedan heredar en condiciones dignas. El derecho al medio ambiente está ligado íntimamente con el derecho a la vivienda, a la protección social, a la sanidad, a la educación y, en definitiva, el derecho a la vida.

En la Comunitat Valenciana están ocurriendo avances que marcarán el desarrollo de los próximos años, precisamente fortaleciendo este derecho. La ley valenciana de cambio climático nos dará acceso a un fondo verde finalista para la transición ecológica justa, una renta climática que contribuirá a impulsar la transformación de nuestro sistema productivo. Con un nuevo concepto sostenible de movilidad, urbanismo y producción y consumo energéticos y de recursos, que ya se viene impulsando a través de inversiones y planes para el ámbito local, como los PACES, o el plan integral de residuos, que entre otras cuestiones blinda la educación ambiental como uno de los resortes necesarios para la transición.

El autoconsumo, la generación comunitaria de energía renovable y la regulación de los parques solares y eólicos nos permitirán alcanzar los objetivos 2030 en reducción de emisiones. La gestión adecuada del medio natural con fondos y actualizaciones normativas; algunas de estas pendientes desde 2004, nos harán olvidar la política ambiental de brocha gorda para consolidar una gestión capaz de poner en valor las particularidades de nuestras reservas naturales, fuente de resiliencia. Los proyectos para la mejora de la calidad del agua, con estrategias integrales para adecuar nuestras redes de saneamiento y la optimización del recurso natural. El fomento de la circularidad, con líneas específicas para reducir el consumo innecesario y ganar eficiencia.

Hemos de seguir profundizando más en estas políticas para ofrecer a la sociedad valenciana una reconstrucción verde, social y moderna. Y hemos de ser capaces de hacerlo rápido, poniendo en valor la profesión ambiental, contando con suficientes profesionales que dignifiquen su labor y con procesos burocráticos a la altura de estos tiempos.