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Esquivel

La ventana

Francisco Esquivel

Tiempo de juego

Mazón no es estomatólogo todavía pero le da a los empastes o a lo que sea y, con tal de sacar cabeza, quiere montar una manifa sin moverse de casa

En darle en la boca a Junqueras tras su giro en la estrategia indepe que proporciona algo de oxígeno al gobierno con el temita de los indultos, el pepé tardó unas cuatro horas. A ver si vamos a aflojar.

A la mañana siguiente la materia que llevaba la controversia a las redes era la de que el presi murciano había mediado en la operación quirúrgica de un familiar de García Egea: «Le van a programar para el día 20». «Cojonudo», mostraba al parecer el móvil de un alto cargo de la Consejería de Salud en dirección a López Miras a mediados de abril. En este caso nadie de la organización se ha cogido ninguna perra por salir al paso del oxígeno hospitalario. Seguramente se estarán haciendo con expedientes para encarar del modo que sea, pero trece horas después de empezar a correr la cosita nadie ha dicho esta boca es mía y la cuenta de Teo para los amigos se encuentra sin ánimo desde que el día anterior retuitease una exposición de dos expertos acerca de prevenir el declive... de Europa frente a China y EE UU en la era de la inteligencia artificial. Ya ven, ¡uy!

El escopetazo se une a la espantada de tres de los varones más desenvueltos de la baronía que han anunciado su intención de quedarse lejos del bote de Colón donde se exteriorizará la imposibilidad de que a Sánchez, Aragonés y Oriol deje de olerles el aliento ya que, por mucho que se enjuaguen, siempre provocarán dentera. Mazón no es estomatólogo todavía pero le da a los empastes o a lo que sea y, con tal de sacar cabeza, quiere montar una manifa sin moverse de casa. ¿Agarrándose a la pandemia? Las medidas aquí vienen marcando tendencia, así que igual habrá que decidirse por lo mismo que Madrid a no ser que tire de la gente para protestar por vacunar a los internacionales: por qué a La Roja sí y no a la Blue, ya estamos. Siendo culé, la baza se torna temeraria.

Mi muy estimado Pérez Gandul, autor de «Celda 211», proclama ante las derivas que «el codazo de Tassotti dejó secuelas a Luis Enrique». Y a los que no les endiñó Tassotti, ¿cómo es que han quedado así?

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