El último informe de la OCDE -‘Lectores del siglo XXI’- alerta de que los adolescentes españoles ocupan el puesto 31 de 37 en cuanto a habilidades para discernir entre informaciones reales o fiables y falsas noticias. Nuestros alumnos presentan serias dificultades para distinguir información y valoración; solamente el 41 % diferencia hechos objetivos y opiniones. Según el informe PISA, los estudiantes españoles están mal preparados para evaluar textos sesgados o para valorar las fuentes en las que se basan.

En la sociedad en la que vivimos necesitamos ciudadanos muy bien educados, que sean críticos y que aprendan a pensar por sí mismos. Tenemos que formar personas habilidosas y competentes para enfrentarse al ritmo vertiginoso de cambios al que nos vemos sometidos diariamente. En la era de la información, la lectura es más necesaria que nunca. Actualmente resulta determinante tener un pensamiento crítico y reflexivo para que nuestra sociedad evolucione positivamente y no entre en un retroceso vertiginoso. Con un razonamiento reflexivo resulta muchísimo más complicada la manipulación; si somos capaces de distinguir lo falso y lo cierto, lo importante y lo superficial, las evidencias y las opiniones, habremos ganado muchísimo. Acostumbrar a los alumnos a parar, pensar, reflexionar y sacar conclusiones es el gran reto de la educación.

Despertar el pensamiento crítico en los educandos no solamente es tarea de los profesores del ámbito humanístico. La escuela entera debe involucrarse en ello. Suscitar la curiosidad en nuestros alumnos es una autopista hacia el conocimiento. La pedagogía deliberativa en la que se enseña al alumnado a reflexionar, a indagar, a investigar, a dudar, a hacernos preguntas constantes, a debatir y a relacionar los estudios con el mundo en el que vivimos ayudará a madurar a los estudiantes. Por ello es muy loable el programa Súmate al debate en el que alumnos de 5º y 6º de primaria de diferentes colegios han participado durante este curso de forma ‘online’. Más de un político debería asistir como observador a estos debates para aprender a argumentar usando la palabra y las buenas formas. Debatir es mucho más que una disputa verbal; implica pensar, razonar y responder a puntos de vista opuestos. Evidentemente, aquí no caben insultos ni descalificaciones personales. Defender posiciones contrarias a la nuestra para aprender a ponernos en el lugar de los otros es una actividad que enriquece muchísimo. En estos debates hacemos pensar a los alumnos de forma autónoma, pero a la vez fomentamos el trabajo en equipo.

Los profesores tenemos un reto importantísimo que consiste en el desarrollo de la capacidad verbal de los estudiantes; pero también se deben involucrar en esta cruzada los padres de nuestros alumnos, fomentando en sus hijos el amor a la cultura y a la lectura. Por desgracia, la cultura del tuit, del meme y del wasap está minando la comprensión verbal de nuestros alumnos, que cada día presentan más problemas para plasmar oralmente o por escrito razonamientos e ideas claras. Como profesor de Lengua castellana encuentro muy saludable una práctica tan sencilla como la lectura en voz alta de textos y el posterior debate sobre lo leído. También es muy importante fomentar que los alumnos creen historias o relatos; de esta manera aprenderán la gramática usándola y no en farragosos ejercicios gramaticales descontextualizados. En las clases tenemos que ofrecer herramientas a nuestros alumnos para que sepan investigar sobre temas, recopilando información, analizándola y sintetizándola. Desarrollemos el sentido crítico en nuestros alumnos y a la vuelta de la esquina encontraremos una sociedad mejor.