Los últimos datos recogidos nos indican que las personas mayores de 65 años que cuidan a diario de sus nietos, en nuestro país, son el 42 %, cifra que se extiende hasta el 68 % si el contacto es semanal. Estos ‘abuelos canguro’ que abundan en nuestro país mucho más que en los países de la Unión Europea, en los que el contacto semanal no llega al 50 %, cumplen misiones diversas que abarcan desde las nutricionales hasta las educadoras pasando por la de transportistas o guarderías de lujo. En una sociedad como la española, donde los abuelos juegan, en general, un papel muy central en las familias a la hora de cuidar a los nietos, la forma tan brusca con que el coronavirus obligó a cortar esta relación se ha notado y en algunos casos de forma definitiva.

Acostumbrados unos y otros a verse asiduamente, la crisis de la covid-19 lo ha impedido durante semanas afectando tanto a los más pequeños como a los mayores, por el aislamiento de los grupos de alto riesgo de contagio y con más tasa de mortalidad. El lógico distanciamiento afectó de manera muy especial a la relación entre los abuelos y los nietos. O entre los nietos y sus abuelos. Ello ha motivado el aprendizaje de la tecnología por parte de los mayores y a través de las videollamadas han conseguido contactar con sus nietos e incluso biznietos. «No ver a los nietos es realmente lo peor que le puede pasar a un abuelo», me confesaba Vicente, que siempre acompaña a su nieto a mi consulta.

Cuando los niños preparaban su salida sugerían que «lo primero que haré cuando salga será ir a ver a mis abuelos, aunque sea por la ventana».

Tras la vacunación de los abuelos volveremos al polo opuesto y de nuevo resurge el síndrome del ‘abuelo cuidador’, no esclavo, motivado por el trabajo de los padres (escasas políticas de conciliación familiar-laboral) al que no pueden renunciar y que limita más la vida social, ya recortada por las restricciones anti-covid. Lo ideal es encontrar un equilibrio para que tanto abuelos como nietos puedan disfrutar los unos de los otros.

Dentro de estas múltiples facetas, los abuelos pueden proporcionar a sus nietos amor, educación y formación, hecho que hoy en día adquiere un papel relevante aparte de la transmisión del llamado sentido común que la experiencia les ha enseñado a ellos. Ese será, seguramente, el mejor regalo que pueden dar a sus nietos, ya que amor y sentido común se necesita mucho en este mundo de hoy. Personalmente, pienso que los abuelos deben transmitir a sus nietos una serie de valores y sobre todo mantener, sostener y fortalecer la unidad familiar para que la integración de la familia sea lo más completa posible.

Por ello, es recomendable que este colectivo, habitual en muchas familias españolas, refuerce y cuide los hábitos de prevención de enfermedades, más frecuentes en estas edades como en el caso de las neumonías, ya que además de formar parte del grupo de riesgo (mayores de 60 años) están en íntimo contacto con los niños principales transmisores de los virus. Es bastante habitual que, en numerosas ocasiones, los niños pasen determinadas patologías infecciosas banales, no por menos contagiosas en los domicilios de los abuelos o cuidados por ellos. De ahí, la importancia de vacunar contra la covid-19 (en fase avanzada de ensayo) también a los niños y adolescentes, para que la trasmisión o contagio no se pueda producir ya que la vacunación no asegura una total inmunidad en las personas de avanzada edad.

La prevención, además, pasa fundamentalmente por las vacunas (gripe, neumonía, coronavirus), cuya eficacia absoluta no llega al 50 % de los casos, pero también en hábitos de alimentación e higiene que se pueden seguir a diario como es el caso de lavarse las manos con frecuencia hasta dormir ocho horas y mantener una dieta saludable que incluya alimentos que refuercen el sistema inmunitario. Si a todo esto le añadimos una actividad física moderada, adecuada a cada edad, conseguiremos que estos profesores del sentido común puedan y sigan cuidando a sus nietos.