Opinión
Educación basada en el budismo zen
Hace un tiempo escribía un artículo acerca de unos consejos inspirados en el budismo zen para hacer felices a los niños y ayudarles a crecer en un ambiente feliz y cariñoso. Hoy me apetece recordarlo, porque me parece, francamente, interesante.
Pues bien, para que los chiquillos crezcan en un entorno sano y estimulante, ellos recomiendan que los padres sonrían a sus hijos en cuanto los vean. Es importante que se den cuenta de la felicidad que les provoca verlos. Debemos tener en cuenta que los niños son capaces de distinguir fácilmente el brillo en unos ojos cuando expresan felicidad. También que digan su nombre en voz alta; a ellos no solo les gusta escuchar ese sonido, sino que les hace sentirse reconocidos por sus seres queridos.
Otra recomendación consiste en que les restrinjan las horas que pasan usando computadora y otros aparatos. Estos dispositivos, además de nocivos, limitan su creatividad, desvían su atención del mundo exterior y les impiden imaginar formas de mantenerse entretenidos o calmados por su propia cuenta. También hablan de que cuando sus energías, simplemente, no están al alcance de lo que ellos demandan no les pongan la tele –como si fuera un piloto automático–. Los niños tienen una imaginación asombrosa y pueden entretenerse con cualquier cosa. Mejor denles unas hojas de papel y colores; los mantendrán ocupados por mucho más tiempo que cualquier caricatura y producirán obras bellísimas.
Por otra parte, hacen un especial hincapié en que dejen que sus hijos pongan algunas de las reglas. Compartir con ellos, de vez en cuando, las normas de la casa hace que se sientan más integrados dentro del círculo familiar y formando parte de quienes toman las decisiones. Además, cuando vean que siguen sus propuestas, se sentirán francamente bien, pues sabrán que a ustedes les importa lo que ellos opinan.
Y, por último, la más difícil de todas: denles ejemplo. Si quieren que sus hijos se porten de cierta manera, deben verlo en ustedes. Si desean que tengan hábitos saludables –alimentación correcta, práctica de ejercicio físico, empatía, fidelidad, sinceridad, autodisciplina, etcétera– prediquen con el ejemplo. Ustedes son sus mejores maestros. Ellos van a comportarse de acuerdo a las normas que vean y vivan en su casa.
Y es que, indudablemente, a los pequeños tenemos que dedicarles mucho tiempo. Y darles amor. Mucho amor. A la larga, sin duda será el mejor patrimonio que podamos dejarles.
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