Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La natalidad en nuestro país sigue bajando. ¿Hay que preocuparse o felicitarse?

En ausencia de guerras y pandemias y con baja natalidad, el resultado es una población que envejece en su conjunto y eso preocupa a los Gobiernos

La natalidad en nuestro país sigue bajando. ¿Hay que preocuparse o felicitarse?

Los datos del número de nacimientos en Catalunya en 2020 indican que ha sido el más bajo de los últimos años y también lo ha sido en España. La cifra de hijos por mujer en estado de procrear también sigue bajando situándose en torno a los 1,24, una de las cifras más bajas del mundo. También a nivel global este índice está bajando y puede llegar a la que se considera la tasa necesaria para la renovación de la población. Ante este hecho algunos países tratan de estimular la natalidad. El último ejemplo ha sido el de China que, después de haber hecho durante muchos años una política restrictiva permitiendo sOlo un hijo por pareja, ahora trata de estimular que tengan dos o tres hijos, parece que con poco éxito. La población humana ha estado aumentando de forma acelerada durante el último siglo. Podríamos preguntarnos si no es mejor aceptar que la baja de natalidad puede ser la manera de empezar a reducir la población humana que no puede ir creciendo indefinidamente.

Es uno de los dilemas más importantes a los que nos tenemos que enfrentar de forma global. Si observamos cómo ha evolucionado la población humana podría ser que en el inicio de la agricultura hace unos diez mil años hubiera algún millón de humanos que ya estaban presentes en los cinco continentes. Se puede haber llegado al primer millar de millones en el siglo XVIII. Desde entonces el crecimiento de la población ha ido acelerándose hasta llegar a los actuales 7.000 millones. Las predicciones son que llegaremos a un máximo de 10.000 millones de humanos entre 2050 y el final del siglo. Pero ahora el crecimiento ya no se acelera y en algunas partes del mundo como Europa o Norteamérica la población disminuye. Si la población sigue creciendo es sobre todo por el aumento que se produce en el África subsahariana donde los niveles de fecundidad son todavía muy elevados.

En estos momentos de nuestra historia en que no hay grandes conflictos bélicos como en el pasado, si la población baja es porque el número de nacimientos disminuye. Las razones que hacen que las parejas tengan hijos más tarde y en un número reducido son esencialmente sociales y económicas. Por otra parte la esperanza de vida sigue alargándose todo el mundo. Quizá la pandemia de Covid-19 la reducirá estos dos años, pero probablemente volverá a crecer después. En ausencia de guerras y pandemias y con baja natalidad, el resultado es una población que envejece en su conjunto y eso preocupa a los Gobiernos. Implica carencia de mano de obra joven y una gran proporción de gente de edad avanzada que vive de pensiones y que hay que cuidar. Esta situación ha sido tradicionalmente solucionada por las migraciones. Allí donde la población es joven se produce una emigración hacia las sociedades que envejecen. Vemos como la presión del Sur hacia el Norte es cada vez más fuerte, una tendencia que no deja de producir problemas de adaptación.

La magnitud de la población humana es una de las razones que explican los cambios en el clima y otros efectos sobre el medio ambiente que nos preocupan. Debemos sumar a ello el tipo de actividades que los humanos hacemos, como por ejemplo el uso masivo de combustibles fósiles y otros recursos. Pero es obvio que EN un momento u otro el número de humanos en el planeta Tierra se deberá estabilizar y proponer que iremos a poblar otros mundos no arreglará el problema. Por lo tanto podríamos decir que nos deberíamos felicitar de que la población ya no crezca tanto, pero esto implica en los países una proporción de gente mayor y que deben enfrentarse con las tensiones que plantean las migraciones. En estas condiciones es comprensible que los países se preocupen de la baja natalidad. Esta se produce por varios factores que incluyen la entrada de las mujeres al mercado laboral o el coste que tiene para una pareja criar y educar a los hijos. Estos factores aún no se hacen sentir en ciertas regiones del mundo, en particular en el África subsahariana, donde se producen los mayores crecimientos de la población. Es una evidencia más de que en el mundo interconectado en el que vivimos no hay soluciones a los grandes problemas que se puedan tomar sin tener en cuenta lo que pasa en el resto del mundo y la dinámica de la población humana es uno de los más importantes.

Compartir el artículo

stats