No lo esperábamos, ni siquiera sospechábamos que tuviéramos que enfrentarnos a algo así. Sin embargo, la pandemia ha sido el plato fuerte de la primera mitad de esta legislatura. Nos ha traído muchos quebraderos de cabeza y nos ha puesto a prueba. Seguro que hemos cometido errores, pero Ciudadanos (Cs) en la Diputación de Valencia tiene la satisfacción de haber arrimado el hombro y de haber propuesto medidas sociales y económicas para contribuir a la salida de esta pesadilla.

Sí teníamos muy claro cuál sería el menú diario de Cs en la diputación. Por una parte, hacer propuestas sensatas para mejorar la vida de los valencianos. Por eso, nos hemos sentado a negociar los presupuestos con el PSPV y hemos conseguido diez millones de euros más para los municipios de la provincia, para que puedan afrontar esta etapa tan difícil con recursos públicos provinciales.

También hemos logrado partidas para Casa Caridad o el Museo del Arte Mayor de la Seda. Además, entre otras, se han aprobado mociones naranjas para mejorar la transparencia y cesar a los altos cargos que se salten el protocolo de vacunación.

Por otra parte, nuestro cometido también ha sido fiscalizar la labor del gobierno. Esta parte sabíamos que sería costosa, pues es difícil realizar este trabajo cuando te entregan la documentación con cuentagotas o te contestan a medias. Aun así, hemos denunciado las subvenciones a las asociaciones pancatalanistas -este año 350.000 euros- y hemos criticado el desorbitado número de jefaturas y el desastre de la gestión de personal.

Además, hemos trabajado mucho para intentar digerir el plato estrella de la casa: Divalterra. Este plato, como un buen cocido madrileño, se ha servido en tres vuelcos. El primero, el proceso de selección de la jefa de recursos humanos, que se intentó revocar para colocar a otra persona que no había quedado en el número uno en el concurso. El segundo, la detención e imputación de José Luis Vera, el responsable de servicios jurídicos y prevención de riesgos penales de Divalterra. Y el tercero, la disolución de la empresa y la absorción de sus funciones por parte de la diputación sin consenso político ni sindical. Todo esto especiado con el azote del presidente a la oposición y el silencio de Compromís.

Todavía no hemos conseguido digerirlo, imposible, se nos ha atascado porque Vera sigue trabajando como si nada. En este mundo al revés, el encargado de prevenir el delito está investigado en una presunta trama de corrupción urbanística. Y ahora que la diputación absorberá a los trabajadores, Vera tendrá su plaza sin haber pasado por una oposición previa. Eso como postre.

Ni con bicarbonato, pero hay que seguir. Sabía que no sería fácil. Y aunque reconozco que estos dos años han superado con creces mis expectativas, nunca me he planteado tirar la toalla. Quedan dos años valiosos para seguir fiscalizando al gobierno, proponiendo y consiguiendo avances para la ciudadanía.

Continuaremos luchando para que los nuevos platos, lejos de las viejas y rancias recetas, se elaboren con ingredientes como la moderación y la honestidad para que el menú sea de puestos de trabajo, riqueza económica y social, jóvenes con futuro, mayores en plenitud, infancia con ilusión, medio ambiente, igualdad, cultura… En definitiva, la provincia que los valencianos merecemos.