El pasado lunes, 28 de junio, celebramos el día del orgullo para destruir armarios; para que ‘salir’ vaya solo acompañado de fiesta.

En países europeos como Hungría todavía se está penalizado la homosexualidad y en otros tantos todavía no se ha reconocido el matrimonio igualitario. Hace tan solo unas semanas, en Reino Unido donaron sangre los primeros homosexuales. En el deporte de masas por excelencia, ser homosexual es un acto de valentía. En ciudades de toda España las noticias de violencia contra las personas LGTBIQ+ en nombre de la decencia no han cesado de invadir titulares de prensa.

A pesar de esta lista negra, todavía se cuestiona la importancia de esta celebración, de esta reivindicación de derechos, de esta expresión de libertad y dignidad. Para aquellas personas que todavía lo cuestionan, decir que:

Celebramos el orgullo para blindar la libertad tan mancillada en los tiempos que corren en pro del fascismo. Libertad es elegir cómo, cuándo, dónde y con quién quieres acostarte o enamorarte. Libertad es elegir cómo quieres identificarte. Celebramos el orgullo para que nadie decida antes de que tú seas consciente o estés preparada si eres ‘maricón’, ‘bollera’ o una ‘desviada’ cualquiera.

Celebramos el orgullo para que nadie tarde 28 años en reconocer su bisexualidad como la persona que suscribe este texto. Para que no tengas que armarte de valor para ‘confesarlo’, porque no hay nada que confesar, no hay por qué sentirse inferior o diferente. No hay nada impío y sucio en sentir cómo sientes, en destruir tú género, en amar...

Desde el Consell de la Joventut de València defendemos los derechos del colectivo y ponemos nuestro grano de arena para que la juventud LGTBIQ+ vuele libre. Apoyamos y agradecemos la labor del colectivo Lambda en nuestra ciudad durante décadas. Dando voz y luchando por los derechos que tanto han costado conseguir y que hoy se ven amenazados por una neblina retrograda. Sigamos destruyendo prejuicios y amando libremente muchos años más y amando libremente muchos años más.