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Martí

Valencianeando

Joan Carles Martí

Érase una vez... Marxalenes

Aunque Tarantino sabe que los lectores de su primera novela han visto la película confía en el beneficio creativo, ese anhelado bien

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Era cuestión de tiempo. La vuelta a la primera nueva normalidad nos trajo los carteles inmobiliarios que tantas veces hemos visto en las películas de Hollywood. Sí, esos donde el agente aparece fotografiado junto al correspondiente «se alquila» o «se vende» y en un rótulo más pequeño el nombre de la inmobiliaria, o no. Anuncios que empezaron a verse antes en los chalés de la costa, pero que ahora ya se ven en toda València. Desde Benimaclet a Benicalap. Los reyes del marketing inventaron esa forma de proximidad comercial que viene a decir que el intermediario da la cara por la que será la compra -o alquiler- más importante de los siguientes años de tu vida. Desde que adquirí el bienaventurado estado de divorciado he tenido mucho contacto con los intermediarios de viviendas. Hay de todo, pero abundan los desatinados, supuestos profesionales que juegan con las ilusiones del personal a base de una jugosa comisión sin moverse del asiento. También hay excelentes agentes de la propiedad inmobiliaria, los menos, que han decidido dar la cara en balcones, ventanas y vallas publicitarias. En una sociedad católicamente desconfiada donde para desacreditar a cualquiera se usa la frase «a este no le compraría un coche de segunda mano», la propaganda personalizada presenta más garantías. Y cómo a nadie se le escapa que arrastramos un problema estructural de falta de acceso a la vivienda, sería de agradecer que los responsables públicos del tema copiaran la fórmula de dar la cara más allá de los fugaces carteles electorales.

El puerto

Estuve en la presentación de ‘Espill d’un temps’, el último libro de Gustau Muñoz que aún no he leído. Siempre me ha interesado lo que escribe, aunque muchas veces no esté de acuerdo. Nos hace falta más discrepancia razonada, que es la base de la civilización desde los griegos. Me sorprendió que lo presentará la vicepresidenta Mónica Oltra, no por ella, sino por el autor, al que siempre había tenido muy alejado de la intelectualidad orgánica, algo que veo les pone también mucho a unos cuantos lletraferits con menos consistencia que Muñoz, al que siempre hay que tener en cuenta por su mirada de luces largas. El acto que organizó Vincle Editorial en el Centre Octubre fue sugestivo, y además del ideario del escritor, defensor de la mayoría de políticas botánicas, puso la diana en la ampliación del puerto. Una posición manifiestamente contraria, claro, que agradeció Oltra con una complicidad de la que se entendió que hará todo lo posible, e imposible, desde el Consell para cargarse el proyecto. Hay que ir más a presentaciones literarias donde se anuncien gobernantes, porque parece que las comparecencias entre libros son más sinceras que en las sedes oficiales, sobre todo si no se lee el discurso preparado por un asesor. Por cierto, ese mismo jueves coincidió la presentación de Gustau Muñoz, con la de ‘La Margot’ el libro de Juan Barba y Rafael Solaz en el MuVIM y la inauguración de la exposición de «Los exilios de Renau» en el IVAM. Lo que demuestra las ganas de actividad cultural, así como la vitalidad de una de nuestras industrias esenciales. Solo un ruego, sigan así pero no lo hagan todo el mismo día y a la misma hora, la regulación del tráfico es necesaria para una buena movilidad creativa.

Bombas Gens

«España vacía, España llena, estrategias de conciliación» es el título de la XV edición de la Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo que se celebra en Barcelona y Valladolid. Entre las obras premiadas abundan los proyectos de rehabilitación frente a los de nueva construcción, porque la arquitectura hace tiempo que giró la mirada para aprovechar lo que ya está construido. El mejor ejemplo de eso es la recuperación de la fábrica de Bombas Gens en Marxalenes, gracias al proyecto de la Fundació per Amor a l’Art de José Luis Soler y Susana Lloret que el sábado celebró su cuarto aniversario. Una iniciativa solidaria que conozco desde hace una década, que me produce admiración y autoestima.

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