Cada cierto tiempo salen noticias referidas a la Formación Profesional (FP), sobre sus grandes bondades o la necesidad de una moderna formación para profesionales. También se habla de formación dual y de la importancia de tener un tejido de profesionales muy cualificados en todas las estructuras organizativas de las empresas. No sé si es una opinión sesgada, pero siempre me da la sensación de que estamos en el inicio de algo importante que no llega nunca a arrancar. Creo, y no me gustaría equivocarme, que por fin estamos en el camino para que este país tenga un modelo de formación de calidad en el nivel preuniversitario. Pensamos en un modelo de equidad y holístico que realmente sirva a la sociedad y que sea, en un futuro cercano, más eficaz para una auténtica formación cualificada de futuros profesionales.

La nueva FP supone un cambio drástico respecto al modelo que actualmente tenemos. El cambio se basa en olvidar los cánones pensados hace diez años y evolucionar a competencias técnicas y profesionales. Se trata de adaptarlas rápidamente a las necesidades de los diferentes sectores. Este cambio hace que no solo se estructure en familias profesionales, teniendo en cuenta que existen líneas muy débiles entre competencias. Por ejemplo, se necesitarán profesionales de la sanidad con competencias mecánicas, técnicos del sector de atención a las personas con competencias electrónicas o informáticas, y otros. En resumidas cuentas, será un modelo de formación flexible y adaptado a las demandas sectoriales y sociales.

En este sentido, el nuevo modelo de FP contempla las diferentes modalidades de adquirir competencias porque cada vez tenemos más personas que quieren formarse a lo largo de su vida en aquello que no tienen en su entorno. Por eso, la formación semipresencial o virtual será esencial, así como la parcial, es decir, formarse en aquello que pueda interesar a la persona; la formación dual en la empresa o la formación integrada; en la que no solo los ciclos son los elementos de formación, sino también otros elementos inferiores que mejoran las competencias de las personas y que son complementarias a los títulos de formación. Esta FP contemplará las competencias adquiridas por las personas que trabajan y tienen experiencia y, además, se le reconocerá para aumentar su perfil.

En definitiva, ahora es el momento de plantear un modelo formativo que sirva a la ciudadanía y a las empresas para impulsar al país tecnológica y socialmente gracias a la elevación del nivel profesional de la sociedad. Tanto el Ministerio de Educación y Formación Profesional como la Conselleria de Educación, Cultura y Deporte estamos empeñados en producir este modelo de cambio. Ahora bien, estos retos no se pueden producir solo con cambios legales y normativos, sino que deben impregnarse en el tejido empresarial, social y educativo. Los sectores económico y empresarial deben valorar la FP en su justa medida, entendiendo que todos los profesionales de las empresas han de tener competencias profesionales reconocidas y deben continuar formándose todo el tiempo que estén en activo. Se debe reconocer la competencia profesional adquirida por la FP como un elemento de entrada y de consolidación del puesto de trabajo y debe existir un modelo formativo constante altamente cualificado todo el tiempo que la persona esté en la empresa.

Como impulsores de la FP se encuentran también las entidades sociales, como la Fundación Novaterra, que acompaña a personas en situación de riesgo de exclusión. En unos casos, a través de sus itinerarios formativos, se desarrollan competencias transversales y, en otros, se impulsa el emprendimiento social a través de la autoocupación. Estos aspectos se encuentran entre los principios del actual anteproyecto de ley orgánica.

Otro aspecto importante es la calidad formativa, puesto que las instituciones educativas tenemos que implicarnos para que la competencia del alumnado, al finalizar su formación, sea la más alta posible. Ello se tiene que conseguir con los mejores profesionales e infraestructuras educativas, así como con una mayor colaboración entre los centros formativos y las empresas. Los proyectos de colaboración, las estancias en empresas, tanto de alumnado como del profesorado, serán extendidos a todos los centros y serán la piedra de toque del sistema. Con dicha colaboración alcanzaremos las formaciones flexibles que anteriormente comentaba. De tal manera que lo que no se pueda conseguir en el centro educativo se conseguirá en la empresa y, además, servirá para que otro tipo de alumnado alcance las competencias que de otra manera no sería posible conseguir.

En conclusión, estamos en el momento de cambio de la FP más ilusionante y atrevido desde la Logse. Estoy convencido de que, si todos avanzamos en el mismo sentido, en breve veremos unos resultados económicos, profesionales y personales nunca alcanzados en la Comunitat Valenciana.