El Bloc, ahora Mès Compromís, ha mostrado fisuras en su congreso. La vencedora, Águeda Micó, obtuvo el 61 % de los apoyos frente a Àlex Ruiz, que rozó el 40 %. Una victoria apretada en estos tiempos.

La facción del Bloc que ha ganado el congreso ha optado por cambiar el nombre del partido y difuminar el mensaje nacionalista en favor de causas más transversales como el feminismo o el ecologismo. Valga de ejemplo la acrobacia conceptual de sus líderes para definir su nacionalismo con una fórmula consistente en afirmar la soberanía del individuo -no de la nación- como eslabón de un grupo que conforma la nación.

No hace tanto que Enric Morera, presidente de las Corts Valencianes, unía sus manos a una cadena humana en Vinaròs para reclamar la independencia de Cataluña y clamaba contra el -a su entender- ensañamiento con los políticos condenados por sedición.

No hace tanto que Vicent Marzà apelaba a los «países catalanes» como una realidad incuestionable y animaba a los valencianos a sumarse al proceso separatista en Cataluña y a desobedecer las leyes.

No hace tanto, tampoco, que Mónica Oltra confesaba que ellos asumían lo de los «países catalanes» pero que no podían decirlo abiertamente.

Ahora, el Bloc parece haber escuchado su consejo. No es que el Bloc deje de creer en una ‘Gran Cataluña’, es que no conviene exteriorizar esas ideas para no asustar a los ciudadanos ni dar munición a los rivales políticos.

Una de las pocas voces que hizo pública su disconformidad por esta hipocresía fue el exsecretario del Bloc en València, Joan Mansanet, que recordó las verdaderas raíces del partido. Mansanet arremetió contra la vencedora, Micó, pero también contra el conseller Marzà, contra el portavoz parlamentario Fran Ferri y contra el concejal en el Ayuntamiento de València Pere Fuset.

El dicho de «quien se mueve no sale en la foto» es una realidad en los partidos, donde la lealtad hace tiempo que se confunde con sumisión. Quizás por eso no faltaron las respuestas airadas de pesos pesados contra el ‘hereje’. Enric Nomdedéu, tildó su argumentarlo de estúpido. Otros le acusaron de mentir. Y es que pocas cosas unen más en política que el calor del cargo público. Desde las alturas da vértigo recordar fracasos electorales del pasado.

El Bloc ha desaparecido, o quizás sería más acertado decir que se ha camuflado en Compromís. Aunque aún haya quien añore aquellos estatutos del partido en los que se abogaba por la «plena soberanía nacional» y la «asociación política» con Cataluña, como el pobre Mansanet y compañía.