“¡Matando a los trabajadores, se ahorran las pensiones! ¿Dónde están los sindicatos? escondidos, alguien tiene que decir las cosas: que somos gilipollas”, corea un trío de trabajadoras de la Universidad de Valencia que “van por libre” en la congregación ante la puerta de la diputación y de la Generalitat, por la defensa del sistema público de pensiones.

“¡En contra de los setenta años!” para la jubilación, grita Vera, de cincuenta y ocho años. Dinámicamente, visiblemente, notoriamente esta trabajadora muestra su repudio ante la manipulación de un pacto social de mínimos que en nada libra a las pensiones del bestial desmantelamiento amamantado con desfalcos y tenebrosos intereses financieros. Estas tres mujeres saben que tienen razón y pasan de enmascarar la patética realidad con medias tintas. Toda la vida trabajando y a pocos años del final de sus periplos laborales no quieren ni pensar en la posibilidad de que éste se retrase o merme la cuantía a cobrar haciendo saltar por los aires cualquier ilusión de disfrute que han pagado año tras año, década tras década. “Está todo podrido. Todos los sindicatos mirándose el ombligo, a mí no me llaman a la mesa (de negociación), cabreados están hablando de su protagonismo. Los únicos que luchan son los yayos por sus hijos y sus nietos, los demás dormidos en el sofá”. ¿Qué sana propuesta es la de trabajar más años o cobrar menos? ¿Para qué ámbitos? ¿En esto también hay clases y clases?

“Solo por la cotización que tengo deberían jubilarme, desde los dieciocho años trabajando. ¡Que entre gente joven!”, son las palabras de Isabel de sesenta años que al igual que sus dos compañeras enarbola una pancartita, gráfica, directa y muy fotografiada donde se lee: “¡Escrivá (ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones) yo no soy tonto! ¿Por qué no os aplicáis el plan a vosotros?”, “No hay un gran plan de pensiones ¡¡hay un gran fraude!! De la esclavitud al cementerio”.

“¡Cuarenta y siete años trabajando y cotizando!” dice Enri de sesenta y dos. “Treinta y ocho años a la espalda trabajados ¿Cuándo podremos vivir?” añade Vera. “Ellos con once años trabajando y cobran el cien por cien, ¿por qué no se aplican ellos el plan?”.

Tal como puntualiza la periodista, psicóloga e intelectual chilena Marta Harnecker en Clases sociales y lucha de clases: “En los países capitalistas dependientes todos dependen estrechamente en sus negocios de la burguesía extranjera, en particular norteamericana. Por este motivo los intereses de este sector de la burguesía están ligados a los intereses de la burguesía imperialista internacional. Estos capitalistas son capaces de vender a la patria con tal de salvar el bolsillo”. ¿Qué no se hará con el futuro de las personas?

“Somos muchos implicados, no todos estamos dormidos”. Manuel de setenta y dos años vive en Alfafar, tocado con un sombrero panamá blanco, manifestaba: “Yo llevo implicado en la lucha desde el franquismo, militaba en CNT (Confederación Nacional del Trabajo) cuando la escisión con CGT (Confederación General del Trabajo)”. Jubilado, cobra setecientos setenta y cuatro euros de pensión, ha trabajado duro en la marina mercante, en un petrolero, y actualmente se encuentra plenamente implicado en el círculo de Unidas Podemos alfafarense. Tengo denunciado a un exalcalde y me piden dos mil euros de fianza por denunciar un caso de corrupción entre un exalcalde y un constructor, lo he sacado de mis ahorros”. Activo en la salvaguarda de derechos y por el bienestar de la comunidad, actualmente batalla por la protección del medio ambiente con protestas y recogida de basura en el Parque Alcosa, además de realizando un gran monigote con residuos plásticos. Asiduo a manifestaciones en defensa de las pensiones quiere ante todo “intentar ayudar a la gente joven”, víctima propiciatoria de un futuro tiranizado por las privatizaciones.

¿Para cuándo el salto dimensional de la política y sus tramoyistas a este mundo? ¡No al sálvese quien pueda! ¡No a su faena como “dominguillos” del poder financiero, tal como indicaba el docente y político español Julio Anguita! ¿En qué exclusivo estrato vivencial se quieren adosar cuando un pequeño roedor, aterrado e indefenso, descalabra esa hinchada pose de señorías dictadoras de infaustas ordenanzas? ¡Pisen la vida común muy honorables peones del erario público! ¿Qué especie de sorprendente dispositivo de comunicación espiritual (Spiricom) utiliza dicha caterva para contactar con otras realidades más allá de las de la calle?

“¡Nos están diciendo mentiras!”, se grita.

Gregorio Marañón, médico y noble escribía en Vocación y ética y otros ensayos lo siguiente: “Muchos de los que consideramos como seres rebeldes y peligrosos son simplemente hombres incapaces de mentir, quijotes de la verdad. Y es que exigimos la verdad, pero casi nunca la soportamos”.

“Yo recortaría la monarquía”. “¿Dónde están Comisiones y UGT?… están firmando”. “Vergüenza, vergüenza, vergüenza”. “Los políticos tienen otras pensiones, los diputados tienen un plan de pensiones privado”, se escucha.

“No nos van a dejar tiempo de vida, ¡el recorte es de vida! esto no va a ningún lado, todos los sindicatos han de ser capaces de unirse a la lucha. ¡La vida de las personas afecta a todas las personas!” precisaba Vera.

En cierto momento se corea La estaca, canción de Lluís Llach, para seguidamente vocear al unísono la estrofa: “Queremos, queremos, queremos una vejez digna”.

¿Y las mujeres? ¿Discriminación en las pensiones sin remedio? “La gran mayoría de pensionistas a tiempo parcial son mujeres”. “Ninguno ha pedido la intergeneracional, ¡se inventan palabras!”, clama una mujer al micrófono. Palabras, palabras, palabras. “Parece que se quieren reír en nuestra cara”.

Coespe (Coordinadora Estatal por la Defensa del Sistema Público de Pensiones) en sus octavillas expone los retrocesos por el reciente pacto: “Mantenimiento de la ampliación de jubilación a los sesenta y ocho años”. “Disminución de la pensión al aumentar el periodo de cálculo de la base reguladora”. “No contempla la exigencia de jubilación anticipada sin penalización de cuarenta años cotizados”. “Sistemas para proceder a la privatización de las cotizaciones sociales de la Seguridad Social, permitiendo el negocio privado a entidades financieras y aseguradoras”. “Rebajas a las cotizaciones sociales que aportan las empresas”. “Mantiene las pensiones más bajas muy por debajo del nivel de pobreza”. “Aumento de los requisitos de años cotizados, que penalizará aún más a las mujeres”. “Bajo sistema de protección a los y las pensionistas por incapacidad laboral, abriendo las puertas a procesos de privatización de las evaluaciones”. “Sistemas de incentivos para garantizar alargar voluntariamente la edad efectiva y legal de la jubilación”.

“Creen que somos gilipollas, empezando por los jueces. Contra la pobreza, trabajo digno y justicia social” proclaman las Sillas contra el Hambre.

¡Auditoría inmediata! ¿Qué pasará cuando España se endeude con los fondos de recuperación europeos?

“Reconocen que ha habido gastos indebidos, hay que hacer una auditoría, Compromís y Unidas Podemos votan por una auditoría”, se dice en voz alta, “van a escribir al ministro correspondiente”. ¿Qué clase de presión es esa? “Escuchar escuchan a todo el mundo” y el mismo arengador añade: “Lo que hemos visto del acuerdo no nos gusta”.

“Pensiones dignas” es la pancarta del Colectivo Pense Pensions de Sueca. “Hace tres años lo montamos y no hemos parado, vamos a todas partes. ¿A ver si hacen algo, ¡en fin!... pero son políticos”, apunta Pilar, su presidenta.

En un círculo de pancartas recordatorio del legendario y artúrico pacto de la tabla redonda se leían los lemas: “Por unas pensiones dignas. Asamblea de jubilados y pensionistas de CGT Valencia. Por un futuro digno. Pensiones blindadas por ley. Por las treinta y cinco horas”. “Jubilación anticipada sin penalización más cuarenta años cotizados (ASJUBI40)”. “Gobierne quien gobierne, las pensiones se defienden. CNT”. “Iai@flautas Valencia, luchemos por las pensiones presentes y futuras”. “Auditoría de las cuentas de la Seguridad Social ¡¡Ya!!”.

Douglas Hofstader, matemático estadounidense y Premio Pulitzer de ensayo, dictaminaría algo verosímil de acoplar a cuanto mueve hilos en un sistema cínico con el día a día de las personas y esclavizador de su mañana: “Acontece que una misteriosa clase de caos acecha detrás de una fachada de orden y que, sin embargo, en lo hondo del caos acecha un género de orden aún más misterioso”.