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Pilar Garces

EL DESLIZ

Pilar Garcés

Nunca caminarás sola

La vicepresidenta del Parlament balear, Gloria Santiago, ha sido noticia nacional días atrás por denunciar que un hombre la persiguió masturbándose mientras realizaba un tramo del Camino de Santiago a su paso por Asturias. El muy asqueroso eligió mal a su víctima. La acosó en un sendero solitario creyéndose al abrigo del bosque, pero se topó con una guerrera feminista, sin pelos en la lengua, ni tampoco intención de pasar por alto el asedio. La diputada de Podemos por Eivissa pasó un mal rato porque un individuo que corre detrás de ti con su pene en la mano cuando estás en mitad de ninguna parte primero da miedo, antes que repugnancia y rabia. Tuvo que escaparse por barrizales, asustada, sin dejar de mirar atrás. La triste realidad es que sus recuerdos de una experiencia de naturaleza y libertad como la que estaba disfrutando en la ruta jacobea se verán siempre ensombrecidos por el hostigamiento de un pervertido. La Guardia Civil investiga si el tipo circulaba en su coche y al ver a la peregrina cruzar para seguir su ruta se paró para divertirse un rato a su costa.

De manual. Que levante la mano aquella que no se haya encontrado nunca en una situación semejante. A mí me ha ocurrido media docena de veces en mi vida, dos de ellas en parques infantiles y una en un autobús urbano, y cuando me quejé me sugirieron que lo olvidara, que total no era para tanto. Pero como los tiempos están cambiando, Gloria Santiago no ha reducido a una anécdota personal lo que es una intimidación sexista, sino que ha expresado lo insoportable que resulta vivir de reojo, con la atención puesta en el retrovisor por si un cerdo decide atacar, contribuyendo a generar un debate importante respecto a la seguridad de las mujeres y su derecho a ocupar el espacio público sin temor a ser agredidas.

Porque en mitad de la situación de nervios vivida, Santiago llamó al 112 y le respondió una voz femenina que le «riñó» por ir sola y le preguntó si no había encontrado a nadie que la acompañara a hacer el Camino, según explicó la vicepresidenta del Parlament. Acabáramos, amigas, no nos hacen falta hombres para practicar la condescendencia y el paternalismo con nuestras congéneres. No se discute la buena voluntad de la persona que reprendió a una mujer en peligro como una madre, que siempre pregunta si vas abrigada y recomienda volver a casa con una amiga o dos. Pero no se espera de ella preocupación cariñosa, sino una actuación profesional y rápida ante cualquier potencial amenaza; la reprimenda está fuera de lugar.

Culpar a la víctima de circunstancias ajenas a su control es un comportamiento que debería haberse erradicado hace tiempo de los servicios a los que las mujeres acuden en demanda del primer auxilio, pues no anima precisamente a la denuncia de la violencia de género, en todas sus intensidades. Parece que cuesta ponerle el foco solo al agresor. Debido a la repercusión que ha tenido el caso se ha abierto un expediente informativo a la operadora para averiguar si cumplió con los protocolos de asistencia en casos de ataques sexuales. Más allá de lo que se consiga aclarar, vale la pena recordar que todos los lugares deberían ser lugares libres de machismo para las mujeres, caminen solas o acompañadas.

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