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Voro Contreras

La vía láctea

Voro Contreras

El verdadero espíritu del rock

Muere Charlie Watts, batería de los Rolling Stones

Lo contaba Keith Richards en su autobiografía. Corrían los años 80, los Rolling Stones se encontraban alojados en un hotel y Mick Jagger, borracho como un piojo, mandó buscar en plena noche a Charlie Watts. «¿Dónde está mi batería?», gritaba por los pasillos. Tras ser advertido, Charlie, que posiblemente se encontraba durmiendo la mona (el muy puñetero se había aficionado a las drogas justo cuando sus compañeros se habían «limpiado» tras décadas de dedicación), se levantó, se puso su mejor traje, se fue a la habitación de Mick y le dio un puñetazo en los morros en el mismo momento en el que éste le abrió la puerta. «Recuerda esto siempre -le dijo-: Yo no soy tu batería. Tú eres mi cantante».

Baste la anécdota para remarcar el carácter de Charlie Watts y el papel que jugo con su personalidad discreta en la banda de rock más grande de la historia (al menos permitan hoy la hipérbole, en el caso de que la hubiera). El hombre del ritmo, el motor de los Rolling, estuvo allí desde el principio pese a que sus gustos musicales difirieran de los de sus rhythm&blueseros compañeros. A Charlie, elegante y con las ideas bien cortadas como el traje que se puso cuando le pegó el puñetazo a Mick, le gustaba el jazz y el boogie y entre la suciedad primitiva y carnal que hizo célebre a la banda nunca dejó de transmitir con sus baquetas un toque sofisticado y atemporal que marcó la diferencia entre los Rolling y cualquier otra formación. Las giras multitudinarias y las horas pasadas en los estudios grabando un rock and roll seminal e imperecedero no lograron que Charlie renunciara a su antiguo amor musical con una fidelidad similar a la que mostró siempre por su esposa Shirley, por su pequeña batería Gretchs y por sus compañeros de banda. Como el grial de Indiana Jones, el verdadero espíritu del rock se escondía en el hombre que menos lo parecía.

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