Una de las ventajas que tenemos los ciudadanos de a pie es la capacidad de opinar libremente. Como contrapartida, la influencia de nuestras opiniones pasa desapercibida, resultan a veces de escaso interés y en la mayoría de los casos cuesta publicarlas en medios de contrastada solvencia.

Pero a pesar de lo anterior, estas opiniones suelen estar soportadas con razones de peso, estrategias acertadas e informaciones que otros nunca se atreverían a transmitir, por miedo a represalias institucionales con retirada de apoyos fundamentales para la supervivencia de las entidades que representan. Así juega el poder de la Administración, que a su vez se ve cautiva de su propio votante.

Pero vayamos al asunto que nos ocupa cuyo desenlace final hace menos de una semana clama al cielo por desidia, dejadez institucional o simplemente la falta de interés para algunos, perjudicando a la inmensa mayoría de nuestra comunidad. Se trata de dejar pasar una oportunidad histórica para la ciudad de València, dejando caer la candidatura como mejor ciudad posicionada frente a la irlandesa Cork y a la saudita Yeda, para acoger la trigésimo séptima edición de la Copa del América en la primavera de 2024. Hace más de tres meses que se anunció esta buena noticia para nuestra ciudad, en eso todos de acuerdo, y desde entonces, las administraciones responsables de este gran evento han estado calladas, quietecitas sin buscar la financiación de 80 millones de euros necesarios para comprometer la candidatura, que según solventes estudios financieros revertirían en más de 2.000 millones en la economía valenciana durante los años 2023 y 2024.

También el empresariado de la Comunitat Valenciana ha estado ciertamente timorato a la hora de implicarse aportando financiación y exigiendo de forma rápida compromisos y apoyo institucional, arrimado el hombro, marcando el rumbo y exigiendo a la Generalitat y al Ayuntamiento de València subirse al barco como proyecto óptimo para todos los valencianos con la gran ventaja de unas notables infraestructuras ya instaladas.

Suspenso absoluto a unos y a otros por no haber firmado la carta de compromiso el pasado viernes 10 de septiembre que habría supuesto consolidar la candidatura de València en el gran evento de la Copa del América en su edición 2024. Qué gran oportunidad hemos dejado escapar, cuánta irresponsabilidad en estos tres últimos meses y además todos tan tranquilos, a nadie le va a pasar factura. Vergüenza debía darles a instituciones públicas y privadas.

Y finalmente permítanme una reflexión que surgió desde el principio y donde creo está la clave del asunto: ¿es la vela del agrado ideológico de los partidos que hoy gobiernan nuestra Administración pública? Claramente la respuesta es negativa. Con toda seguridad se hubiesen volcado con lo que hiciese falta, sin problema alguno, si el certamen se hubiese orientado en otro ámbito social. Esta es la pena capital de nuestra gestión política, no mirar el interés general, sólo aquello que a los votantes que los mantienen en el poder les pueda agradar o molestar. Insisto, una verdadera pena. Qué envidia el ejemplo de Noruega, donde ciudadanos, administraciones públicas y empresas privadas aúnan esfuerzos en algo que sería aquí tan prohibitivo como la extracción de crudo como potencia mundial, colocándolos a la cabeza del ranking de países por indicadores medioambientales, económicos y calidad de vida. Tomen nota y aprendan unos y otros. Nuestra comunidad no se merece esa decisión.