El rector de la Universidad de Zaragoza lamentaba el otro día la escasa demanda general en las titulaciones de Humanidades. Lo calificaba de error social. Y añadía que una sociedad que olvida las humanidades no tiene futuro. Evidentemente no es algo reciente. Sí lo es, por ejemplo, el mayor interés que ha despertado la pandemia por la enfermería. Pero la falta de atractivo de lo que antes llamábamos carreras de letras viene de atrás.

¿Por qué las Humanidades han dejado de interesar? ¿Faltan vocaciones o es un problema de inserción en el mercado laboral? ¿Cuántas veces un adolescente escucha que tiene que optar por estudiar algo que le guste pero que también tenga salida, esté bien pagado y el puesto sea estable?

Puede que aquí se encuentre uno de los nudos. Las titulaciones relacionadas con las Humanidades tenían y tienen buena fama, gozan de reconocimiento social pero quizá no tanto del económico. Siempre hay excepciones pero, en líneas generales, el prestigio de estos grados no lleva aparejada una buena remuneración. ¿Cuál es el sueldo de un profesional formado en filosofía, ciencias políticas, historia, literatura, periodismo o antropología? ¿La única salida laboral estable es la docencia? Sería interesante también crear departamentos especializados en empresas para buscar la perspectiva humana de su actividad económica, por ejemplo.

Igualmente sería interesante dejar de hacer la vista gorda con aquellas compañías e instituciones que ni siquiera requieren la titulación para desempeñar puestos de trabajo del ámbito social. ¿Harían lo mismo si la oferta de empleo fuera destinada a cubrir un puesto de matemático, un médico o un ingeniero? ¿Por qué el intrusismo suele ir siempre en la misma dirección?

Estudiar y conocer todo lo relacionado con el comportamiento y la condición humana es, sin duda, interesante. Y necesario. Y enriquecedor. Y útil. Algunos ya lo sabíamos, otros lo han descubierto con la pandemia. Por qué actuamos como lo hacemos, cuál es nuestra cultura, analizar el ser para entender el estar. Potenciar el pensamiento crítico que algunos se empeñan en anular. Con las Humanidades sucede en cierta manera como con la salud mental. Es la hermana pequeña. Esa parte del todo a la que menos atención prestamos pero que cuando falla colapsa todo el sistema. El mismo que tendría que estar ocupado y preocupado por la sociedad que quiere. Dime cómo razonas y te diré qué sociedad tienes.