Es especialmente necesario que toda aclaración sobre la ley de educación, realizada por un responsable político, sea instructiva y oriente con claridad la reflexión de los usuarios del sistema.

Tengo ante mí la página 15 de Levante-EMV del día 15 de septiembre, en la que Don Miguel Soler, secretario autonómico de Educación, da cuenta de algunos extremos de la nueva ley de educación. Según sus manifestaciones, nos encontramos ante una nueva reforma en la que se anuncia la posible «promoción de curso cuando los profesores consideren que el alumno puede avanzar curso a pesar de tener cierta cantidad de asignaturas suspendidas». En realidad, esta propuesta nada tiene de novedoso, pues es lo propio de una evaluación en la que el conjunto de los profesores de un grupo valora a cada individuo desde diversos aspectos que guardan relación con su aprendizaje; de esa valoración y de los condicionantes establecidos en la ley se deduce su promoción. Todo ello no excluye, sino que requiere, que se recurra a diverso tipo de pruebas para evaluar su capacidad lectora, de cálculo o de razonamiento. Por ello, cabe decir que se ha barrido de la práctica docente el centrar en tres pruebas/tres trimestres y en la media aritmética la valoración del aprendizaje de los alumnos.

Siendo esto así no se comprende lo que Don Miguel Soler nos dice en Levante-EMV . Por una parte, nos advierte de una lectura de la ley que no debe hacerse: «A veces se interpreta que con la nueva normativa dará igual cuántas asignaturas se suspendan, y esto no es así»; este juicio no va acompañado de la condición que, según la ley, requiere la promoción de curso y tendría su interés conocer. Pero se abren cuestiones varias cuando nos aclara el significado de la ley: «Lo que se dice es que la nota no sea el único criterio, es más importante una evaluación continuada y conjunta entre los profesores. Lo que se pretende es que pasar de curso no sea un elemento exclusivamente numérico». Parece que Don M. Soler habla del «pasar de curso» y no en virtud de «un elemento exclusivamente numérico». ¿Qué decir? La nota es un símbolo cuyo significado ha sido acordado por el sistema educativo y es manejado por los profesores cuando, habiendo practicado la evaluación continua, han de determinar y concretar qué grado de perfección existe en el uso del lenguaje, en el cálculo, etc. por parte de un alumno. La nota plasma el juicio de los evaluadores; juicio que organiza e interpreta múltiples datos, pruebas y tareas del alumno. Algo es claro: las pruebas no desaparecen, se diversifican y complementan con otras observaciones para evaluar.

Cuanto más se profundice en el concepto de evaluación continua más cerca estaremos de conocer las necesidades del individuo, más justicia haremos a su trabajo, a la atención puesta en su quehacer diario escolar y a la colaboración con el aula y el centro. Pero, al cerrar el curso el profesor deberá decir «excelente», «notable» o «suspenso» y calificar con un nueve, un ocho o con un cuatro. Los profesores no pueden eludir el calificar para decidir sobre la promoción del alumno. Evitar falsas oposiciones, como «elemento exclusivamente numérico /evaluación continuada», es una forma de lograr claridad en la comunicación del mensaje. Mucho me temo que Don Miguel Soler no dijo lo que quería defender. Tengo para mí que se suprimieron los exámenes de septiembre, ahora se suspenderán las pruebas de recuperación y que, hecho todo esto, no se solventará el problema que representa el mantener un 35% de repetidores. Esta tarea requiere un sistema educativo que funcione a la perfección y en el que la actividad docente y la organización de la misma sea evaluada sin abrigar temores ni hacer concesiones. Una promoción fácil, legitimada sobre las espaldas de la evaluación, no disolverá el porcentaje de fracaso; solo deteriorará los centros.