Denomino especie elegida al «Homo sapiens», también conocida como hombre de Cromañón. A esa especie animal pertenecemos los hipotéticos lectores de estas líneas y el que las escribe. No somos la especie elegida por Jehová, Dios o Allah. Lo somos por la selección natural de la que Darwin descubrió sus fundamentos científicos. Después de 3,000 millones de años de vida en este planeta somos la especie dominante hoy en el planeta, no gracias a nuestra fuerza física o velocidad sino resumiendo porque tenemos el pensamiento simbólico. Muchas especies animales como los dinosaurios se han extinguido por lo que si en su momento había sido una ventaja evolutiva, su gran tamaño en su caso, en un tiempo muy breve geológicamente hablando desparecieron por la llegada a la tierra de un meteorito de enormes dimensiones, la hipótesis más aceptada hoy por la comunidad científica o por la erupción simultánea de abundantes volcanes. Gracias a su desaparición encontraron los pequeños mamíferos un planeta a su disposición.

Las armas evolutivas de nuestra especie han sido el lenguaje simbólico. Solo viven en nuestro planeta hoy nuestros primos lejanos los simios bonobos ibero-americanos. Estudiados atentamente por los antropólogos se ha descubierto que tienen un lenguaje primitivo en el que se avisan unos a otros del jaguar que les amenaza entre otras cosas. Jamás se ha detectado que en su simiesca comunicación haya signos del jaguar que ayer les puso ayer en alerta. El lenguaje simbólico permite a los humanos comunicarnos no sólo de lo que pasó ayer sino hace miles de años. Esta ha sido la raíz de la Razón, la Ciencia y la Técnica. Todos los demás homínidos han desaparecido de este mundo incluidos los neandertales de los que probablemente llevemos algunos genes. A nuestra especie le puede ocurrir, salvando las distancias y creo que nunca mejor dicho, algo parecido que a los dinosaurios. Que lo que han sido nuestras ventajas evolutivas, ya citadas anteriormente, sean causa de nuestra desaparición: el cambio climático incuestionable, el holocausto nuclear improbable pero no imposible, la rebelión de una creación nuestra como los ordenadores con inteligencia artificial. El cine y la literatura que muchas veces anticipan la realidad han hecho numerosas creaciones sobre este funesto futuro.