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Tonino Guitian

La transparencia evoluciona

Los Papeles de Pandora han revelado una industria, una actividad económica sin duda muy bien pagada, enfocada a ayudar a los más ricos a ocultar su riqueza en países que ofrecen anonimato y baja o nula tributación. Los intermediarios son pequeños bufetes multidisciplinares llevados por hombres y mujeres aparentemente como usted y como yo, bien peinados, bien trajeados, que en este momento pueden estar sentados a su lado, vestidos de manera casual, tomando un café como los ex-cargos públicos que se reunían en la cafetería de Conde Altea conocida popularmente como «el bar de los imputados».

Se atribuye a Maura la frase «Yo, para gobernar, no necesito más que luz y taquígrafos», pero sin duda estaba citando a otro. La luz es de una naturaleza compleja que se comportará como una onda o una partícula depende de cómo sea observada.

Esta cuestión de la física que a usted le puede traer sin cuidado era muy importante para nuestros antepasados los mamíferos, porque durante mucho tiempo no pudieron tener actividad nocturna debido a que los grandes depredadores estaban activos durante la noche y el día.

Esta facultad la conservan los tiburones. Están condenados al movimiento constante por ausencia de una vejiga natatoria imprescindible para no irse al fondo y su sistema de respiración se realiza mediante la introducción forzada de oxígeno por sus branquias mientras nadan.

Si usted durmió anoche es porque el diseño de sus predecesores estaba conformado para guardar fuerzas durante las horas de oscuridad que aprovechaban otros animales para encontrar a sus víctimas.

Esta situación de equilibrio entre presa y depredador se sigue produciendo por la división de exposición solar debida a la rotación de la Tierra, si queremos suponer que es redonda. De hecho, en la época donde los grandes depredadores empiezan a desaparecer, el Cretácico inferior, cuando la luz era más tenue en nuestro planeta, muchos animales ya tenían ojos.

Un estudio reciente indica que las tatarabisabuelas de las estrellas de mar tenían unas estructuras en forma de lentes de calcita relacionadas con la visión, un remanente de otras épocas. Sí, como los pezones de su marido. O como el cóccix de su esposa, reliquia atrófica de la cola que nuestra especie no tuvo la precaución de mantener en funcionamiento y que nosotros, descendientes degenerados, hemos perdido.

La cuestión es que detectar cambios en la luminosidad es un avance evolutivo para escapar de los depredadores. En el caso de los humanos anatómicamente modernos existen otro tipo de avances complejos que permiten el camuflaje y el disimulo para pasar desapercibidos ante posibles ataques: la vestimenta, el idioma, el comportamiento y la mentira.

El problema actual estriba en que presas y depredadores podemos vemos mutuamente. Eso sí, unos menos que otros. Unos no descansan nunca: poseen luces adicionales, todos nuestros datos, prevén nuestros movimientos, se anticipan a nuestra huida, conocen hasta dónde podemos llegar y saben decidir convenientemente si deben sacrificar al más listo de la manada o domesticarlo para vigilar y alimentarse de los más débiles. Ni siquiera en el bar de Conde de Altea bajan la guardia. Observan. Se comunican como las sepias, tienen fieles vigilantes como el Renfield de Drácula para resolver problemas.

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