Bajo el lema «Construir un porvenir que ponga fin a la persistencia de la pobreza respetando a todas las personas y el planeta», se celebra este año el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza (DIEP). Según el Comité International 17 Octubre, la pandemia de COVID-19 ha causado más de 3,7 millones de muertes y ha hecho retroceder décadas de progreso en la lucha contra la pobreza y la extrema pobreza. Se estima que entre 71 y 100 millones de personas se han visto empujadas a la pobreza como consecuencia de la crisis sanitaria, y la mayoría de los nuevos países extremadamente pobres se encuentran en el sur de Asia y en la subregión del Sahara.

De acuerdo con los datos del PNUD, en 2015 se estimaba que alrededor de 736 millones de personas vivían con menos de US$1,90 al día a nivel mundial y muchos carecían de acceso a alimentos, agua potable y saneamiento adecuados. A partir de esos datos, se entiende que la apreciación del concepto de pobreza severa complejo y multiforme; su comprensión varía según diversas corrientes de pensamiento y depende a menudo de puntos de vista de las instituciones internacionales (BM, FMI, PNUD).

Recordamos que este año marca el 29º aniversario de la declaración del DIEP, que fue instituido por la Asamblea General de ONU en su resolución 47/196 de 22 de diciembre de 1992; su propósito es promover una mayor conciencia sobre las necesidades para erradicar la pobreza y la indigencia en todos los países, en particular en los países en desarrollo. Celebrada el 17 de octubre de cada año, esta Declaración nos brinda la oportunidad de comprometernos en la necesidad de su erradicación, correspondiendo al Objetivo 1 de los ODS: «Poner fin a la pobreza para 2030». Pero, ¿qué se entiende por pobreza y qué se puede hacer para su erradicación?

En efecto, la pobreza no tiene una definición unánimemente reconocida, porque no está definida por sí misma, sino abordada en relación con otros determinantes sociales, tales como: la alimentación, el alojamiento, la educación, la salud, la satisfacción de necesidades vitales, etc. A partir de esas consideraciones de orden socioeconómico, se considera la pobreza como la incapacidad o la dificultad para un individuo de satisfacer sus necesidades económicas y sociales básicas.

El economista Amartya Sen propone varios enfoques de la pobreza: la biología, la desigualdad, la privación relativa y absoluta, los juicios de valor o consideraciones políticas, los estándares de ingresos y agregación, etc. Por ejemplo, se puede cualificar a las personas pobres como aquellas cuyos ingresos totales resultan insuficientes para cubrir sus necesidades básicas relacionadas con el mantenimiento de la simple eficiencia física; y además de tener ingresos bajos, los pobres tienen viviendas precarias, poco nivel de educación, poco poder de decisión. La pobreza se caracteriza por el hecho de que una persona sea sin poder, sin saber y sin tener.

Sin embrago, la pobreza no es una fatalidad del destino o falta individual, sino producto fundamentalmente de la injusticia y fallo de toda la comunidad; pues la mera existencia de la pobreza denuncia toda riqueza como robo, despojo y violencia; y como escribió san Agustín: «Siempre que posees algo superfluo, posees lo ajeno».

Las exclusiones sociales, las desigualdades y las injusticas estructurales son determinantes que interfieren en el reparto y la distribución de los poderes económicos, políticos y decisionales, dificultado así la erradicación de la pobreza. Por ello, desde Fundación por la Justicia se trabaja para la promoción y la defensa de los Derechos Humanos tanto en España como en los países más desfavorecidos de Asia, África y América Latina. Se intenta llevar a cabo acciones de sensibilización, de formación, de denuncias de la vulneración de los derechos humanos, la corrupción, etc. He aquí acciones esperanzadoras que contribuyen a la lucha contra la pobreza en todas sus formas.

En definitiva, la erradicación de la pobreza constituye un proyecto global que apela a iniciativas locales, sumando personas conscientes de su responsabilidad social en cuanto a la vulnerabilidad de las personas empobrecidas, y decididas para un mundo más justo, solidario y pacífico.