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Julio Monreal

EL NORAY

Julio Monreal

Democracia algorítmica

Democracia algorítmica Julio Monreal

Toda sociedad necesita sus voces de conciencia, sus Pepito Grillo, que digan alto y claro cosas que la gente no se para a pensar por comodidad, interés o simple vagancia. Una de las conciencias de la Comunitat Valenciana es la catedrática de Ética de la Universitat de València Adela Cortina, quien esta semana, en La Nau, se preguntaba en una conferencia algo tan inquietante como si la Inteligencia Artificial (IA) es una oportunidad o una amenaza para la democracia. El tema es el elegido para las nueve sesiones del seminario que la Fundación Étnor, que promueve la ética en los negocios y en las organizaciones, desarrollará en el curso que acaba de comenzar y la catedrática, en la primera entrega, dejó pocas dudas sobre su opinión: Amenazas, 10; Oportunidades, 1, aunque queda abierta la puerta a las versiones que puedan ofrecer los ocho conferenciantes que completarán el ciclo y las personas que acudan al mismo.

Llega este pronunciamiento en pleno lanzamiento de la inteligencia artificial sobre la agenda social y política. La Generalitat tiene diseñada la llamada Estrategia Valenciana para la Inteligencia Artificial, cuya dirección ha confiado a la ingeniera Nuria Oliver. También es objeto de esa cuestión (aunque no solo la IA) la Fundación LAB Mediterráneo que acaba de constituir la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) que preside Vicente Boluda con el fin de impulsar la innovación y la digitalización de las empresas y de la sociedad.

Pero la filósofa Adela Cortina no lo tiene claro. Y no es la única. La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y ex presidenta de Chile, Michelle Bachelet, solicitaba en septiembre una moratoria a la venta y el uso de los sistemas de inteligencia artificial que amenazan gravemente a los derechos humanos, hasta que se hayan puesto en vigor las salvaguardas adecuadas. Un informe de su oficina analiza cómo la IA afecta al derecho a la intimidad y a otros, incluidos los relativos a la salud, la educación, la libertad de movimiento, la libertad de reunión y asociación pacífica, y la libertad de expresión con cuestiones como la elaboración automática de perfiles, la toma de decisiones y otras tecnologías de aprendizaje para las máquinas. Y denuncia que Estados y empresas se han lanzado a la incorporación de herramientas de IA sin observar la debida diligencia.

Cortina abunda en estos argumentos, lamenta un cierto debilitamiento de la democracia en favor de la autocracia (ejemplificada en China y su régimen dictatorial en el que se antepone la seguridad a la libertad), y subraya que en la democracia «la clave es el demos, el conjunto de ciudadanos informados y dotados de capacidad crítica y de participar». Y resulta que buena parte de ese demos está hipnotizado por las redes sociales y las plataformas digitales, esclavizado por su teléfono móvil. «La plaza pública que prometían para fortalecer la democracia y la participación se ha embarrado y por ella circulan la desinformación, los bulos, discursos de odio, países que se entrometen en los sistemas de otros...» señala la filósofa, quien advierte que «el negocio de las redes se construye sobre la vigilancia de los datos personales». Cuando uno navega por los espacios digitales va dejando huellas que permiten construir perfiles. Estos se usarán primero para ofrecer servicios, y la gente se sorprenderá que en una página de internet le apararezca publicidad sobre el país del que se estaba informando días atrás para hacer un viaje. Luego, esos perfiles se usarán para prever el comportamiento del usuario y atender demandas que aún no se han producido; y por último, esos datos tratados, vendidos y revendidos servirán para modelar los comportamientos. «Así -concluye Cortina- los ciudadanos serán medios para otros fines y por eso las plataformas están concebidas como máquinas de adicción, en las que interesa que el usuario esté conectado el mayor tiempo posible».

Esta espiral de lo que se ha dado en llamar «democracia algorítmica» está llevando a fenómenos como el éxito de «El juego del calamar», una serie disponible en Netflix que acumula tantos detractores como apasionados defensores. Su gran cantidad de espectadores la lleva a los primeros puestos de series recomendadas, lo que multiplica de nuevo su impacto. Y así hasta el infinito. Pero los algoritmos no son de hoy. Hace años que la todopoderosa Google cambió el mundo obligando a instituciones, empresas, medios de comunicación y agentes de todo tipo a someterse a sus códigos lingüísticos y metalingüísticos (SEO y SEM) para que sus noticias, videos, mensajes o productos aparezcan en la primera pantalla de las búsquedas, en esas diez entradas de privilegio, porque nadie pasa a la segunda pantalla y si uno no se coloca ahí no es, no existe, no vende...

Dice la catedrática de Ética que la inteligencia artificial, bien utilizada, puede ser una oportunidad para la democracia, con la regulación y la responsabilidad que corresponda, y que «aquello que es obra de seres humanos puede ser cambiado por seres humanos», un pensamiento optimista que, sin embargo, no ha servido hasta ahora para acabar con la pobreza, protagonista hoy de un nuevo Día Internacional.

Una vía más rápida para los Presupuestos

El proyecto de Presupuestos Generales del Estado ha dejado esta semana, como cada año, diferentes lecturas sobre los mismos números. Para los socialistas valencianos en el Gobierno, las cifras son positivas, aunque siempre mejorables, teniendo que lidiar un año más con que el porcentaje de inversión en el territorio quede unas décimas por debajo del 10 % del peso poblacional. Para los socios, Compromís y Unides Podem, las cuentas son mejorables con enmiendas que ya se están elaborando, mientras que para la oposición popular el panorama es desolador y deberían dimitir todos los responsables de la elaboración del presupuesto.

Al margen de interpretaciones, resulta esperanzadora la previsión de inversión, en 2022, de unos 630 millones en ferrocarriles en la Comunitat Valenciana, de los que la mitad irán al corredor mediterráneo y la otra mitad a Cercanías. Sólo el tren, moderno y electrificado, puede garantizar una movilidad sostenible en las medias distancias, ya sean de València a Utiel, de Xàtiva a Alcoi o de Sagunto a Teruel. Y cuanto antes se entienda esto, mejor. Las buenas palabras no bastan. Hay que consignar, licitar y ejecutar con rapidez y eficacia, y no arrastrar las cifras y los pies año tras año.

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