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Pilar Garces

EL DESLIZ

Pilar Garcés

Una pregunta sobre el velo

Fatima Hamed Hossain, en la Asamblea de Ceuta. Twitter

Como propietaria de un voto nada cautivo me veo a mí misma como una posible interesada en la próxima aventura de la vicepresidenta Yolanda Díaz presentada recientemente en Valencia. Sobre todo después de que el presidente del PP, Pablo Casado, la calificara de «akelarre». Las mujeres estamos on fire, en estado permanente de incendio, sin necesidad de que él prenda la hoguera. Eso contando que conozca el funcionamiento de una cerilla, o más difícil, de un mechero, cosa que dudo a tenor de sus últimos comentarios sobre formas de obtener energía. El líder de la derecha ve brujas por todos lados, y sobre todo a su lado; está el hombre un poco a la defensiva siempre a punto de morir por el fuego amigo de sus amigas Isabel Díaz Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo. Yo no vi brujas en la foto del encuentro «Otras políticas» que reunió a la mencionada ministra de Trabajo con Mónica Oltra (Compromís), Ada Colau (Barcelona en Comú), Mónica García (Más Madrid) y Fátima Hamed Hossain del Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía. Pero vi un pañuelo y me quedé muy sorprendida. No me duelen prendas en decirlo. Imagino que no fui la única. Me fui corriendo a buscar quién era la política del hiyab en cuestión, y averigüé que lidera un pequeño partido de Ceuta. Deduzco entonces que su presencia en el debate en el que faltaban otras líderes con más años de vida pública y representatividad en el estado, e incluso algunas ministras, lanza un mensaje muy concreto de multiculturalidad y tal. Si, como dijo la alcaldesa de Barcelona, «hay que olvidarse de la batalla de siglas» y concentrarse en las ideas, yo necesito que me aclaren cuáles son estas ideas. Y cómo se conjuga el «tsunami feminista» del que habló García con el pañuelo musulmán. Para saber si este «proyecto de país» que vislumbra Díaz me convence o me decepciona antes de nacer.

En pocas palabras, no sé si votaría para que me represente una mujer con hiyab. Me he interesado por el desempeño de Fátima Hamed Hossain y me ha parecido lista y muy valiente en su pelea con la ultraderecha que insulta y desprecia a los inmigrantes, basa su discurso en el odio y tiene el racismo en su adn. He leído entrevistas con respuestas que destilan sentido común y ganas de trabajar. No me extraña que le respalden en su ciudad. Pero cuando le han preguntado por sus creencias, ha dicho por ejemplo que considera que «hay tantos feminismos como personas» y que es muy libre de vestirse o desvestirse como considere, pues hasta ahí podríamos llegar con la tutela a las mujeres. Habría poco que objetar si el velo fuese un complemento sin carga simbólica ni connotaciones. Como un sombrero o una bufanda. Pero no lo es. Se trata de una prenda que para muchas ciudadanas ejemplifica el sometimiento a las normas que las relegan, una bandera del patriarcado, un elemento para la discriminación y el acatamiento de normas de control de las mujeres y sus cuerpos. Cada día en todo el mundo encierran y castigan a las que se niegan a llevarlo. Y nuestro país no es una excepción. Yo no creo que haya muchos feminismos, aunque algunos machismos no se disfrazan nada mal. Hay un feminismo único que dice que una mujer puede decidir no ponerse el hiyab, y que su voluntad se respetará sin represalias de su comunidad o de su familia. Si hay otro feminismo, desde luego a mí no me va.

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