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La verdad y sus sombras

La verdad y sus sombras

Afortunadamente, la literatura está plagada de maravillosas contradicciones. Cabaret Voltaire, que está editando en castellano la obra de Annie Ernaux, acaba de publicar ‘Perderse’, un diario que recoge la relación que la escritora mantuvo con un diplomático soviético entre septiembre de 1988 y noviembre de 1989. Periodo que noveló en ‘Passion simple’ (’Pura pasión’), un breve relato autobiográfico publicado en 1992 que llamó la atención por su valentía y su belleza. Nueve años después, tuvo el arrojo de hacer públicos estos diarios íntimos marcados por la crudeza del relato. El tiempo de la escritura nada tiene que ver con el de la pasión, decía en ‘Pura pasión’. Algo que podría ser cierto en la novela, pero que en absoluto lo es en el caso de estos sorprendentes diarios, que, como ella misma afirma en el prólogo, tienen una «verdad» distinta a la del relato.

Una verdad sobrecogedora, apasionante y pasmosa, que a veces exaspera y se hace agobiante, pero que, en cualquier caso, revela una cruda belleza en la que Annie Ernaux pugna por convertirse en deseo, muerte y escritura, algo que para ella siempre es intercambiable. Tal vez, porque entiende que «la sombra de la verdad solo puede darse en la escritura, no en la vida» y ella está metida en un agujero en el que se fusionan la obsesión suicida, la propia práctica del diario y del sexo, sin otro proyecto que el deseo angustioso de ese amante intermitente. Un amante, al que también quiere «por ser soviético», que sospecha que pertenece al KGB y al que ha enseñado a hacer el amor «de otra manera que a la cosaca».

Sus visitas las resume así: «folla, bebe vodka, habla de Stalin». Dice que «está enamorada de verdad», aunque tiene la impresión de no ser para él «más que una mujer conocida que folla bien», trece años mayor que él, a la que le gusta su sexo, las posiciones de sumisión, la felación y la sodomía y que es «visitable de vez en cuando». Pero ella es consciente de que, si algún día sale a la luz este diario, «se verá que era exacto lo de ‘la alienación en la obra de Annie Ernaux’ y no solamente en la obra, más aún en la vida».

Es un texto molesto no sólo para los puritanos y para algunas feministas, también puede incomodar a muchos homosexuales: «las lesbianas eligen lo fácil» porque se necesita mucho tiempo «para aprenderse el cuerpo del otro». Y no deja de ser llamativo que las últimas páginas de un diario marcado por el sometimiento al hombre sean una invocación a Simone de Beauvoir, a la relectura de su obra y a la reflexión sobre ella, como «la manera más segura de volver a la lucidez».

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