Con este título me refiero a Yolanda Díaz, hasta hace pocos días figura emergente de la nueva «izquierda española». En Valencia se reunió a mediados de noviembre con Ada Colau, Mónica Oltra, Mónica García y Fátima Hamed Hossain, líder ceutí que si bien no acudió al encuentro con burka, como dijo la extrema derecha o la derecha española, cada vez más de derechas, sí lo hizo con un pañuelo en la cabeza que es la manifestación externa más moderada del islamismo femenino.

La líder de ese conclave femenino y de izquierdas fue Yolanda Díaz. No por nada es Vicepresidenta Segunda del Gobierno español. Sin duda hasta para el imprescindible Sánchez, hoy por hoy, ha sido un alivio que la mayor representante en el Gobierno de coalición con Unidas Podemos sea Díaz y no el charlatán Iglesias, el cual habla poco ahora, y si lo hiciera menos, mejor. Pero creo que en la «trovada» en el teatro Olimpia valenciano Doña Yolanda hizo gala de cierta autosuficiencia y bastante de cursilería. Como muestra; «esto es una reunión maravillosa». Sería sin duda maravillosa para las cinco asistentes pero si se trataba del germen de una nueva plataforma de la izquierda de la izquierda – y van unas cuantas - creo que son los votantes de todas las Españas los que lo deben decir con su voto lo maravillosa que es esa planta.

Nadie de la estructura dirigente de Podemos fue invitado al conclave como por ejemplo Ione Belarra, secretaria general de Podemos, por tanto mujer y suponemos que de izquierdas. Tal vez pensaron las partícipes del encuentro que Podemos es más una carga que una ilusión para muchos. La «nueva izquierda» envejece muy deprisa.

Los tertulianos, que son ahora una fauna televisiva que dedican poco tiempo a la pandemia y mucho al interminable y trágico volcán de La Palma en los pocos minutos que les permite el moderador hablan de política, e incluso alguno de ellos lo hace con sensatez sin ser hooligans del PP, Podemos y los menos del PSOE. Entre esa opiniones sensatas más de uno le ha recordado al PP y a Vox que aún quedan dos años de legislatura y que al Gobierno de coalición que se constituyó en enero de 2020 y al que calificaron desde el día de su investidura de «Gobierno ilegítimo» ha superado con enormes dificultades y errores la mayor epidemia que ha habido en España desde 1917-18. El porqué un gobierno que se constituye con mayoría parlamentaria es ilegítimo es algo que las derechas de distinto pelaje todavía no nos han explicado hasta hoy.

Sin duda el Gobierno se enreda en batallas con molinos de viento como ha hecho recientemente con su autoenmienda a la Ley de Memoria Democrática, enmienda que con su ambigüedad se podía interpretar que cuestionaba la Ley de Amnistía de octubre de 1977. Tan confusa era la enmienda que Enrique Santiago, secretario general del PCE, veía en ella una derogación «de facto» de la Ley del 77 y Félix Bolaños, ministro de la Presidencia socialista, manifestaba que en realidad esa absurda autoenmienda no modificaba nada en el ámbito jurídico.

No está de más recordar que la Ley de Amnistía no fue una concesión de los neo-franquistas sino una conquista de las fuerzas de izquierdas y democráticas. Es más, fue la primera Ley que aprobó el primer Parlamento democrático que tenía España desde 1936. Lo fue con la práctica unanimidad del mismo, desde la UCD a los comunistas.

En estas turbulentas aguas navega la nave patria, con olas del tamaño de una inflación del 5 ,5 %, con graves problemas de suministros exteriores, con una pandemia que teniendo niveles bajos en comparación con otros países europeos más desarrollados que el nuestro no deja de ser preocupante, con la revuelta gaditana… Al mando de la nave está el Presidente Sánchez, Un regular estratega pero un excelente táctico.

No sólo debe afrontar las amenazas estructurales. Están también las constantes exigencias de sus socios de coalición internos y externos que constantemente exigen contrapartidas, a veces sensatas y otras imposibles hoy. Sánchez les concede algunas y en otros casos les promete que lo hará sin ninguna pretensión de hacerlo al menos a corto plazo.

Ya sé que en estas breves pinceladas de la política española de actualidad me he dejado muchos temas en el tintero. Pero como advirtió Voltaire «el secreto de ser aburrido es contarlo todo». Sánchez además de otras cualidades tiene suerte Y por tanto como conclusión diré que tenemos Presidente del Gobierno para dos años más para desdicha de las derechas y para parte de la izquierda de la socialdemocracia.